La ramita de abedul como instrumento de castigo BDSM
La ramita de árbol es un elemento imprescindible en el baúl de instrumentos de una buena Ama. La reina de todas las ramitas de árbol destinadas al castigo en los juegos BDSM es la ramita de abedul (que veremos más adelante), pero también la del melocotonero, del nogal o la del sauce (que funciona casi como un látigo), despojadas de hojas, pueden ser muy útiles para dejar una señal un poquito duradera en el culo del sumiso gamberro. Estrechas y duras, su acción es similar a la de un zarpazo.
La institutriz, la reina, la amazona o la diosa pueden utilizar este implemento de castigo, aunque quizás sean institutriz y reina quienes mejor pueden servirse de este instrumento.
Las ramitas deben haber sido cortadas poco tiempo antes de ser utilizadas en el juego. Cuando el tiempo va pasando, las ramitas pierden su elasticidad, secándose y volviéndose quebradizas. Un buen castigo para un sumiso es hacerle que elija entre media docena o más la varita que ha de servir para castigarle. Es importante siempre tener de repuesto, pues a veces las ramita se rompen, y una Dómina no debe quedar nunca sin instrumento de castigo. Si lo hiciera, el sumiso le perdería el respeto, y el principio de autoridad que debe imperar en el juego quedaría gravemente afectado.
Cuando vaya a realizarse el castigo, el sumiso debería adoptar una de las tradicionales posturas dobladas. Agarrándose los tobillos o reclinándose para apoyarse en el respaldo de una silla o de una mesa, sus nalgas deben quedar expuestas para que el Ama pueda castigarlas cómoda y efectivamente. Antes de hacerlo, quizás resultaría bueno para el juego avisar al sumiso de que el instrumento dejará una sensación punzante en su trasero, y que, muy probablemente, quedarán en él unas señales rojizas largas y estrechas.
A continuación hay que dar el primer golpe. El entrenamiento previo será importante para aplicar este golpe justo donde se desea y para hacerlo al ritmo adecuado. El ritmo será lento y la fuerza empleada mediana. Esa fuerza ya será suficiente para afectar debidamente a las nalgas del sumiso, especialmente si ya anteriormente esa misma zona ha sido castigada con la mano o con algún otro instrumento. Para que la fuerza sea mediana, los expertos recomiendan no realizar el movimiento del golpeo con todo el brazo, sino simplemente con la parte del brazo que va desde el codo hasta la mano.
Mientras se azota al sumiso hay que obligarle a que cuente los golpes que se le van proporcionando. Normalmente, con una docena de golpes bastará para completar un buen castigo, especialmente si, como ya hemos comentado, la misma zona ya ha sido castigada con la mano. Si el pecado cometido es muy grave, se puede propinar hasta dos docenas de golpes.
El hecho de que este instrumento tenga un origen eminentemente natural hace que le vaya muy bien una escenografía al aire libre.
La caña
La caña, en apariencia, puede parecer igual a la ramita de árbol. En realidad, ambas son estrechas y sirven para castigar en las mismas posturas, pero la ramita de árbol se puede conseguir en cualquier sitio que haya un árbol (y eso no es difícil de conseguir, incluso en las ciudades) y la caña hay que buscarla en una tienda especializada.
Las cañas tradicionales están hechas de bambú flexible y son menos fáciles de dominar y controlar que las ramitas de árboles. La caña de bambú tiende a envolver la cadera en cada golpe causando un dolor que acostumbra a ser superior a aquél que proporciona la ramita.
En los últimos años se han empezado a fabricar cañas artificiales realizadas con materiales como la lucita (un polímero sintético), el poliacetal o la fibra de carbón.
Tanto en unos casos como en otros, tanto en las varitas artificiales como en las naturales, la esencia de una buena vara es el control que se pueda tener sobre ella. Los golpes al azar disminuyen el efecto del castigo. Como venimos diciendo, la práctica y el entrenamiento son muy importantes para que el golpeo se realice de la manera adecuada.
Hay al menos dos estilos a la hora de realizar los azotes. La primera es el llamado “estilo inglés”. La segunda, un estilo más parecido al golpeo del cuero.
El estilo inglés
En este caso, la pena es especialmente grave. Acostumbra a acercarse a los límites de lo tolerable. Aquí no estamos hablando de un más o menos largo calentamiento erótico que acaba de una manera intensa. Aquí estamos hablando de dolor puro y simple. De dolor infernal.
Debido a la gravedad y la intensidad del castigo aplicado con la caña, el ritual que lleva hasta su uso es especialmente importante. El número de golpes no debe exceder de doce pues sólo un sumiso ya experto y preparado podrá soportarlos.
Éste es un castigo propio de las institutrices, aunque también la reina o la amazona pueden aplicarlo. El sumiso debe permanecer con las piernas abiertas y relajadas en alguna de las dos posturas ya señaladas anteriormente y la Dómina, que anunciará el número de golpes que va a aplicar, debe colocarse de perfil a él, a su lado izquierdo si es diestra y al derecho si es zurda.
Entre golpe y golpe, la Dómina dejará pasar entre treinta y sesenta segundos. Pese al descanso, las ronchas que quedarán en la zona azotada durarán varias semanas. Es fácil que en el mismo momento del castigo se puedan ver las señales rojizas o violáceas que va dejando el instrumento sobre las carnes del sumiso. Seguramente, durante una semana no podrá sentarse. Y es que, aunque se aplique levemente, el estilo inglés de castigo siempre deja en la memoria del sumiso un recuerdo imborrable.
El estilo del azote de cuero
Al revés que en el caso anterior, aquí el golpe no se efectúa realizando los trazos con todo el peso del brazo, sino que sólo se efectúa realizando un movimiento desde el codo hacia abajo. En este caso, se parte del principio de que no hace falta dejar ronchas que duren semanas en el culo del sumiso castigado. No es necesario para que el castigo sea efectivo y gozado por el sumiso que su rastro corporal pueda ser seguido durante tanto tiempo.