Tortura de los testículos
¿De qué hablamos cuando hablamos de ballbusting? Si tuviéramos que traducir esta palabra tendríamos que emplear la expresión “pelotas reventadas” o algo por el estilo. Con ello haríamos referencia a una práctica típicamente CBT (cock and ball torture, es decir: tortura de pene y testículos) y que consiste en torturar los testículos utilizando una serie de golpes o ejerciendo presión sobre ellos.
En esta práctica sexual confluyen temores y deseos, pero los hombres sumisos acostumbran a valorar muy positivamente todo tipo de torturas en los genitales. El motivo de esta atracción por algo que a simple vista puede aparentar ser simplemente doloroso puede ser fundamentalmente anatómico. ¿Qué queremos decir con esto? Que en el cuerpo se producen una serie de cambios que conducen a la producción de endorfinas. La generación y activación de estas endorfinas, que se generan para aliviar el dolor, resulta una experiencia placentera.
El ballbusting, como toda práctica en la que, de un modo u otro, se maltraten los genitales, es una práctica de riesgo. Para hacer de él una experiencia satisfactoria es importante extremar las precauciones y las medidas de seguridad para impedir que el riesgo intrínseco en la práctica vaya a hacerse efectivo originando algún tipo de problema para la salud.
Ballbusting y seguridad
Para evitar problemas de salud que puedan afectar a los testículos es importante que el sumiso conozca sus testículos a la perfección, es decir, que sepa identificar y constatar cualquier tipo de cambio en su tamaño o forma.
Es importante, también, evitar golpes demasiado agudos o realizados con objetos que, por sus características, sólo abarquen áreas reducidas. También hay que evitar una presión excesiva y las torsiones sobre el mismo eje. Una torsión sobre el eje del testículo puede dañar el epidídimo o causar una hiperextensión de los vasos sanguíneos, las terminales nerviosas y los conductos deferentes, causando una lesión grave en el testículo.
Al finalizar una sesión hay que prestar atención especial a la reacción que hayan experimentado los testículos. Una hinchazón del escroto, un aumento apreciable del volumen, una herida abierta, la persistencia de un dolor más o menos intenso durante un período superior a una hora o un hematoma son motivos suficientes para justificar una visita médica.
Formas de practicarlo
Existen múltiples maneras de golpear o torturar los testículos, pero todas ellas pueden agruparse en dos grandes modalidades: golpear los testículos con la mano o golpearlos con algún instrumento.
El golpeo de los testículos con la mano es la forma más recomendable de ballbusting para todos aquellos que se están iniciando en esta práctica. El golpeo con la mano presenta una ventaja sobre el golpeo con instrumentos. Al golpear con la mano es más fácil regular la intensidad y la velocidad del golpe. Éste puede ser con la palma de la mano abierta y con los dedos juntos o con el dorso de la mano. Alternar ambos golpes puede resultar muy eficaz y, a la par, muy atractivo visualmente. Otro modo de golpear con la mano es realizando pequeños puñetazos como si los testículos se hubieran convertido en una pera de boxeo. Estos golpes con un puño cerrado pueden realizarse, también, como si se realizaran con una maza, y pueden darse con la parte superior o inferior del puño.
La mano también puede servir para apretar los testículos. Este apretón testicular puede realizarse con toda la mano, pero también sólo con unos cuantos dedos.
Los testículos pueden ser también torturados con otras partes del cuerpo. El pie o la rodilla pueden ser muy idóneos para golpear los testículos. Con o sin zapato, lo mejor es realizar la presión sobre los testículos con el empeine. No es buena idea propinar puntapiés, ya que un golpe agudo, como es éste, puede ocasionar, fácilmente, una lesión.
El golpe realizado con la rodilla debe ser un golpe ascendente. Este tipo de golpe requiere una atención especial y un cuidado extremo. Si se presionaran los testículos contra el hueso púbico podría producirse la ruptura de ellos.
Palas, floggers y fuetes pueden ser empleados, también, para golpear los testículos. El uso de este tipo de instrumento requiere unas medidas extremas de seguridad. Hay que conocer muy bien un instrumento y los efectos que puede causar sobre el cuerpo humano para saber cómo golpear una parte tan delicada de la anatomía masculina. Si no se posee un dominio absoluto del instrumento de que se disponga, lo más recomendable es, si se desea integrar esta tortura erótica en la práctica BDSM, realizar ésta con las manos. El contacto manual con una parte tan sensible del cuerpo del hombre puede resultar, además, muy placentero tanto para el sumiso como para quien actúa como dominante.
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