El Ama decepcionada
La decepción puede surgir tras el juego. Tu identidad como buen Ama puede verse afectada si el escenario y el juego no funcionan como esperabais que funcionara. Como Ama, puedes sentirte responsable de ello. Después de todo, eres tú quien estaba al cargo de la escena. Tú eras quien la dominaba y por eso te sientes doblemente responsable. Para aliviar ese sentimiento, piensa que ni en la primera ni en la vigésima escena tiene por qué ir todo bien durante todo el tiempo. ¿Te acuerdas de cuando perdiste tu virginidad? Seguramente tampoco todo funcionó como habías soñado, ¿verdad? Incluso puede que fuera deficiente, difícil, doloroso o vergonzoso. ¿Dejaste por ello de intentarlo de nuevo? La experiencia es un grado y es la práctica la que trae el dominio y, con él, la explotación máxima de las posibilidades de placer. Esfuerzo, intimidad y compromiso son los tres factores que deben formar parte de ese “trabajo” placentero en el que debes ejercitarte. Y, sobre todo, debes pensar que lo que no ha salido del todo bien no es achacable necesariamente a tu culpa, y que no debes renunciar a seguir por la senda de estos juegos porque tu pareja crea que has dejado de darlo algo que él necesitaba. Quizás no te comunicó lo que exactamente esperaba de vuestro encuentro. Habladlo. Y descubrir conversando qué ha funcionado y qué no. Será la manera de corregir lo que no ha salido como esperabais.
Ansiedad post-dominio
Para ser Ama debes enfrentarte a los planteamientos de una cultura que a diario exige que te comportes como una niña bonita. Por eso, una vez hayas cumplido con tu papel en el juego, puede suceder que te sientas cohibida y que, en cierto modo, pienses que has violentado tu propia forma de ser, que la has traicionado. La idea de poder, así, se te puede convertir en algo aterrador y que te haga sufrir. Metafóricamente podríamos decir que el dolor que te causa es el dolor de un nuevo nacimiento.
Para poder superar esa situación es conveniente que hables sobre ello. Pero, ¿con quié hablar? La respuesta es sencilla. No lo hagas con tu sumiso. Es probable que no quiera hablar contigo porque, seguramente, él también estará asumiendo su nueva personalidad y bastante faena tendrá con esa. Puede ser también que tus amigos se sintieran horrorizados al oírte hablar de tu nueva personalidad dominante. Busca, entonces, a una igual, a alguien que haya pasado por eso antes que tú.
Muchas ciudades tienen grupos de apoyo, pero es posible que tengas que viajar un poco para encontrar un grupo de reunión de amas. También puedes poner un anuncio para crear un grupo de Amas para apoyaros mutuamente, intercambiar ideas y hacer amistad. Para este fin pueden servir incluso los foros en línea. Cualquiera de estas opciones es válida para servirte de ayuda, especialmente si tu sumiso no es muy comunicativo. Lo importante es que borres de ti ese sentimiento de culpa y te limpies los malos rollos.
Pero todo esto de lo que te hemos hablado no tiene por qué suceder obligatoriamente. La mayor parte de las personas que juegan a los juegos de dominio y sumisión son felices con sus parejas y se bastan y se sobran para apoyarse mutuamente y avanzar en ese camino hacia una felicidad mayor. Incluso cuando surgen problemas, si la pareja es fuerte, esos problemas sirven, a la larga, para fortalecer la relación y hacerla más íntima e intensa. Tras un breve período de adaptación, los dos os sentiréis con toda probabilidad más cómodos en vuestros nuevos roles. Pero nosotros debíamos advertiros de que pudiera no ser así. Habiéndolo hecho, nos quedamos más tranquilos y cumplimos con nuestra obligación. Ahora sólo nos queda que nos lleguen los ecos de vuestra felicidad. Eso sería el fundamento de la nuestra.