Uno de los instrumentos más utilizados para practicar el spanking o nalgada son las palas para azotar. Disponibles en cualquier sexshop que se precie (después de todo, la nalgada no es solo una práctica que tenga que ir irremediablemente asociada al BDSM), las palas de spanking que suelen encontrarse en el mercado acostumbran a ser de madera o cuero. Algunos modelos, sin embargo, tienen incorporado un sistema que, a la hora de iniciarse el juego, permite combinar la estimulación y las sensaciones propias de la nalgada o spanking con las que son fruto de los juegos de electroestimulación, tan valorados por algunos amantes del BDSM. Sin duda, éstas no son las palas de azotar más habituales ni tampoco las más vendidas, ya que están destinadas a usuarios que tienen ya bastante práctica en el universo BDSM. En este artículo vamos a darte una serie de ideas y una serie de consejos para que sepas cómo utilizar del modo más correcto la pala de spanking para proporcionar a la persona sumisa el mayor placer posible y para evitar causarle lesiones que vayan más allá del enrojecimiento siempre sugerente y siempre estimulador de sus nalgas.
Los encantos de la nalgada
Antes de profundizar en la técnica del spanking o nalgada y de saber de qué manera deben usarse las palas de spanking para dar dichas nalgadas, debemos detenernos en resaltar algo que ya hemos apuntado en el párrafo anterior: que la práctica de la nalgada no es una práctica que se utilice, en el seno de la pareja, con el sentido con el que suele utilizarse en el mundo del BDSM. Las parejas BDSM pueden encontrar en el spanking una técnica ideal para simbolizar cierta dominación. En la nalgada, la parte Dominante encuentra una forma ideal para castigar a la parte sumisa o para humillarla.
Pero el spanking, ya lo hemos dicho, no es solo una práctica bedesemera. Las parejas “vainilla” también pueden servirse de ella para introducir novedades en su relación y en su manera de practicar el sexo. Para unas y para otras, tanto para las parejas “vainilla” como para las parejas a las que les gusta aventurarse por los caminos del BDSM, deben servir los consejos que vamos a dar a continuación sobre para qué sirven las nalgadas, sobre cómo deben darse y, por supuesto, sobre cómo debemos emplear la pala de spanking para dar nalgadas.
La explicación de por qué a muchas personas les gustan las nalgadas se basa en la fisiología del cuerpo humano. Cuando se da un cachete en las nalgas se está provocando que el flujo sanguíneo se concentre en las nalgas y, por ello, en una zona cercana a los genitales. Que la irrigación sanguínea sea mayor en esa zona hace que la zona en sí se vuelva más sensible y, por tanto, la excitación sexual aumente. Esto convierten las nalgas en la zona preferida por los amantes del spanking. Además, los músculos de las nalgas son ideales para practicar el azote erótico. ¿Por qué? Porque son músculos gruesos, están protegidos por una buena capa de tejido graso y, sobre todo, porque no protegen a ningún órgano que pudiera ser dañado por unos golpes normales.
Pero éstos no son los únicos aspectos que convierten a la nalgada en una práctica muy llamativa y, aunque pueda parecer lo contrario, muy valorada por algunas mujeres. Hay un aspecto que hay que destacar y es que, muchas mujeres, para recibir las nalgadas, se colocan sobre las rodillas de su pareja o, en su defecto, sobre un cojín. Al colocarse así, los movimientos que se derivan de los golpes estimulan el clítoris, lo que, no hace falta decirlo, ayuda a incrementar el nivel de excitación de la mujer.
¿Cómo usar la pala de spanking?
Una vez tenido esto en cuenta vamos a destacar algo que debería ser obvio para toda aquella persona que desee practicar el spanking con una pala de azotar: el objetivo de una práctica de este tipo no es lesionar ni causar daños graves a la persona a la que se proporcionan los golpes. Golpear con una pala de spanking no es ninguna broma. Hay que dominar la pala, conocer el material del que está hecha, practicar el movimiento del golpeo para que, llegado el momento del juego, el golpe se dé precisamente allí donde deseamos darlo y no en otro lugar diferente a ése y, sobre todo, saber dónde se debe golpear y dónde no. En el caso de las nalgas, el golpe con la pala de azotar hay que darlo en la parte central de las nalgas, en esa parte cubierta por ese tejido graso del que hablábamos anteriormente. Al azotar con la pala de spanking, hay que procurar por encima de todo no golpear en las zonas laterales de las nalgas. Si se golpea en esa zona, los golpes se vuelven más dolorosos y se incrementa notablemente la posibilidad de que las palas de azotar dejen en la carne marcas y heridas más visibles y duraderas.
Tampoco debe golpearse nunca, ni con la pala de azotar ni con cualquier otro instrumento para practicar el spanking, por encima de las nalgas. Por encima de éstas hay dos zonas de nuestro organismo muy delicadas. Una de ellas es el coxis y, con él, la parte final de la columna vertebral. La otra, los riñones. No debería hacer falta decir aquí que golpear la zona de la espalda en la que se encuentran los riñones no es una buena idea, pero en InfoBDSM no queremos dejar pasar lo ocasión de resaltar lo importante que es extremar las medidas de seguridad siempre que se realiza cualquier tipo de práctica BDSM.
Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de dar un golpe con una pala practicando el spanking es el referente a la seguridad que tiene en sí misma la persona que propina ese golpe. Los golpes dados con la pala de azotar deben ser golpes secos, decididos y contundentes. A la hora de azotar unas nalgas con una pala de spanking las dudas no tienen cabida. No acertar de lleno y rozar solamente la zona a azotar acostumbra a resultar bastante doloroso. Por eso hay que procurar evitar que eso pueda pasar.
Finalmente, queremos dejar un último consejo para todas aquellas personas que deseen practicar el spanking con una pala de azotar. Si se desea incrementar la excitación de la persona que recibe la nalgada con la pala, lo mejor es aplicar a las nalgadas un ritmo lento y, sobre todo, que sea irregular. ¿Por qué? Porque al no saber cuándo exactamente recibirá el golpe, la persona que esté siendo azotada sentirá la tensión de la intriga. Y eso, sin duda alguna, jugará a favor de su excitación.
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