Reacciones psicológicas en el BDSM
Tenemos demasiada tendencia a asociar el BDSM con una serie de instrumentos (paletas, látigos, cuerdas y similares) que nos hacen concebir la práctica BDSM como algo eminentemente físico. Al focalizar nuestra mirada sobre esta concepción eminentemente física del BDSM olvidamos sus efectos psicológicos. Y es que, ¿se puede ser inmune psicológicamente a una práctica erótica en la que el bondage, la dominación, la sumisión, el sado o el masoquismo sean parte fundamental de la misma? ¿Se puede no aceptar que una práctica BDSM implica, en mayor o menor grado, una determinada afectación psicológica?
Al hablar y, sobre todo, al practicar BDSM, hay que tener siempre presente que hay muchos aspectos psicológicos que intervienen en una escena y también que cada persona tiene su manera particular de reaccionar a cada práctica y que una misma persona puede reaccionar de diferente manera en diferentes momentos o días. Una de esas reacciones puede ser lo que se conoce como “subspace”, es decir, un estado psicológico en el que la persona, al tocar fondo en una escena, se siente como en una especie de trance.
¿A qué podría compararse el subspace? Posiblemente, al trance hipnótico. Cuando hablamos de trance estamos hablando de un período de tiempo en el que la atención de una persona está centrada en un solo aspecto pero de una manera muy profunda. Esta sensación de estar en trance puede experimentarse, por ejemplo, leyendo un libro o viendo una película. Al centrar nuestra atención en el libro o la película parece como si el mundo circundante desapareciera de nuestra vista y dejara de existir.
Algo semejante a esto puede experimentar el sumiso durante el desarrollo de una escena BDSM. Que el mundo circundante desaparezca. Que toda la atención del sumiso se centre en sus sensaciones físicas y en su relación con su dominante.
Al analizar el fenómeno del subspace no podemos obviar ni olvidar en momento alguno que una práctica BDSM implica una intensa experiencia de dolor y placer que hace que obliga al sistema nervioso simpático a liberar una gran cantidad de adrenalina, endorfinas y encefalinas. Estos productos químicos naturales, segregados por nuestro propio cuerpo, producen unos efectos similares a la heroína. Como ésta, las hormonas liberadas por nuestro cuerpo hacen que éste aumente su tolerancia al dolor y que sienta algo así como una sensación de éxtasis y euforia.
Una droga muy especial
Subjetivamente hablando, la sensación del subspace es similar a la de emborracharse o drogarse. Los problemas parecen esfumarse y el sumiso, ebrio de excitación, puede perder la noción de lo que es y no es real. ¿Qué efectos puede tener esto sobre el juego? Por encima de todo, uno muy importante. Que la safeword, la palabra de seguridad, pueda perder fiabilidad. El sumiso, inmerso en el subspace, puede ir algo más allá de lo conveniente en su búsqueda de excitación. En este caso, debe ser la persona dominante quien sepa leer los indicios físicos de la situación psicológica real del sumiso. Es la persona dominante, aquí, la que debe pensar por el sumiso. Debe ser la persona dominante quien sepa cuándo detener el juego o disminuir su intensidad.
Las palabras de un sumiso en situación de subspace no son de fiar. Su euforia sensitiva y psicológica puede llevarle, tal y como hemos dicho, más allá de las lindes de la prudencia. El pensamiento racional queda afectado y el mecanismo de la toma de decisiones, alterado. El sumiso que entra en un estado de subspace se niega a salir de él. El sentimiento de felicidad es tan grande que es muy difícil que quiera renunciar a él. Pero el juego debe terminar. Y debe terminar bien. ¿Qué queremos decir con eso? Simplemente, que el retorno a una situación psicológica de normalidad debe realizarse de una manera progresiva. Utilizando un símil aeronáutico podríamos decir que tan importante como volar es saber aterrizar. Y que el aterrizaje debe realizarse, para ser bueno, sin brusquedades.
¿Cómo debe realizarse dicho aterrizaje? Intentando, ante todo, que el sumiso verbalice sus sensaciones para, de ese modo, ir volviendo poco a poco a la realidad. Tomar conciencia del tiempo y el espacio es la finalidad primordial de este retorno progresivo y lento desde el subspace. Al hacerlo, hay que tener presente que el sumiso podría experimentar durante varios días una extraña sensación de aturdimiento. Intentar que esa sensación no sea tal y que quede transformada en una agradable sensación de bienestar es la tarea fundamental de la persona dominante.