Los primeros pasos en la relación BDSM
La confianza que la relación entre un Amo y un sumiso exige no surge de la nada. Necesita su tiempo para fraguarse. El conocimiento mutuo es determinante para que esa confianza pueda brotar y fortalecerse. La valoración mutua y la reflexión sobre los pros y los contras de la otra persona debe ser un paso imprescindible para firmar un primer contrato por un tiempo prudencial de conocimiento. Ese contrato (que deberá firmarse después de una negociación de límites iniciales) puede servir tanto para una sesión como para una noche, un día, un mes, etc. Durante ese tiempo que se determine como época de conocimiento el sumiso puede llevar (esto dependerá de los gustos del Amo) un collar o una cadena que sirva para indicar que entre Amo y sumiso se ha establecido una relación potencial. Ese collar debe servir para impedir o dificultar que otro Dominante pueda acercarse a ese sumiso.
Esa primera fase de conocimiento permitirá que la relación BDSM vaya avanzando poco a poco. Se conocerán mejor los intereses de cada cual, se buscará cómo complacerse y se irá fortaleciendo la confianza mutua. Amo y sumiso se irán amoldando el uno al otro. En cierto modo, es el amo quien, conforme la relación avanza, moldea al sumiso. Lo entrena. Esta fase del entrenamiento es muy emocionante y está llena de pequeñas maravillas y goces. También de dolor, claro. Y de pequeños errores que deberán ser corregidos a base de práctica. Será ésta la que conduzca, finalmente, al establecimiento de una relación profunda de dominio y sumisión en el que la sumisión se convierte en la expresión máxima del ejercicio de la libertad del sumiso, que lo es porque quiere serlo y porque así lo ha elegido.
En la relación BDSM, el conocimiento de los mecanismos del placer propios de cada uno de los miembros del juego es fundamental para que éste dé sus máximos frutos.
Protocolo BDSM
Una ayuda fundamental para conseguir que el juego dé sus frutos es la que puede prestar el hecho de seguir un protocolo de actuación. El protocolo es un sistema perfecto para anclar el respeto mutuo y la separación de roles. Pero no existe un protocolo escrito estándar para el BDSM. ¿Quién debe, entonces, determinar dicho el protocolo? El Amo. Lo hará pensando en el binomio que formará junto a su sumiso, pero deberá ser el sumiso quien se esfuerce en aprender el protocolo. Ese esfuerzo será la mejor manera de demostrar su interés por satisfacer al Amo.
El protocolo señalará, entre otras cosas, qué lenguaje y qué palabras debe utilizar el sumiso para dirigirse al Amo. Saludos y despedidas deben quedar fijadas en dicho protocolo y el sumiso deberá ser especialmente cumplidor en este aspecto.
Otra de las cosas que fijará el protocolo de comportamiento o el contrato firmado entre Amo y sumiso es si la pareja puede exhibirse ante otros practicantes de BDSM o no. Este aspecto debe quedar claro en la negociación entre ambos. La exhibición pública indeseada en determinadas situaciones más o menos humillantes puede resultar muy dañina psicológicamente para el sumiso. El límite fijado en este punto debe resultar especialmente inquebrantable.
En el protocolo o contrato de la pareja BDSM puede determinarse también si es preceptivo o no el uso de collares en la relación y la variedad de éstos. De fiesta, de castigo, de restricción, de entrenamiento… la variedad puede ser muy amplia y sus normas de uso también. Pueden usarse a diario o en ocasiones especiales o pueden, directamente, no usarse o convertirse en otro tipo de complemento que simbolice la relación: un anillo, una pulsera, un colgante…
Las normas más clásicas del BDSM señalan cómo, después de todo este proceso, se llega a la etapa final o etapa de propiedad. Esta etapa es la que señala la consolidación de la relación entre Amo y sumiso y el triunfo de la voluntad de duración como pareja por encima de todo. Si esa relación dura más allá de los tres años la pareja ya puede plantearse la celebración de lo que en el mundo del BDSM se llama “ceremonia de las rosas”, una ceremonia casi privada en la que la pareja BDSM realiza una especie de juramento de relación eterna y que puede adquirir diversas formas, todas ellas profundamente cargadas de simbolismo.