Qué es una parafilia?
Por mucho que se haya avanzado en el conocimiento de nuestra sexualidad y en la comprensión y aceptación de sus mecanismos, para una gran parte de la sociedad impera aún la idea clasificatoria y excluyente de que hay tendencias sexuales normales y tendencias sexuales desviadas. A estas tendencias sexuales menos habituales y, por tanto, consideradas como desviaciones, se las llamó durante mucho tiempo perversiones sexuales. Entre ellas se incluían el voyeurismo, el masoquismo, el sadismo y, por supuesto, el fetichismo. Hoy en día, en estos tiempos tendentes a buscar por encima de todo un lenguaje que resulte políticamente correcto, el término que se ha escogido para referirse a todas esas tendencias es el de parafilia. La parafilia, así, sería aquella pauta de conducta sexual en la que el placer sólo sería alcanzado a través de objetos o situaciones no aceptables socialmente.
¿Cuándo se padece una parafilia? La Asociación de Psiquiatría Americana (APA) establece un límite temporal que se fija en seis meses de mantenimiento de una conducta sexual no “normal” y se destaca que dicho comportamiento provoca un malestar “clínicamente significativo”. Al establecer estos límites para el concepto de parafilia, quedan fueran de los límites de la misma todos aquellas personas que sólo muestren una cierta inclinación hacia un determinado objeto, situación o ritual. El parafílico es aquella persona en la que su sexualidad se centra de manera insistente y exclusiva sobre una acción u objeto determinado. Es decir: todos podemos sentirnos atraídos, por ejemplo, por algún tipo de juego erótico de rol, pero sólo será parafílico aquél que necesite precisamente ese juego para disfrutar de su sexualidad y, en casos extremos, llegar al orgasmo. O sea: que la parafilia no es una práctica sexual más que se añade como otras al abanico de prácticas de las que podemos disfrutar. La parafilia es la práctica sexual que, imponiéndose a las otras, las destierra completamente de nuestros hábitos sexuales o de la relación de éstos con el placer.
El hecho de englobar prácticas muy diversas (desde el fetichismo a la paidofilia) hace que el término de parafilia concite múltiples debates entre psicólogos y psiquiatras. Entre estos colectivos podemos encontrar tres grupos de profesionales distintos según sea la concepción que ellos tengan de la parafilia:
- Los que pueden llegar a considerar la parafilia como un caso de psicopatología.
- Los que entienden la parafilia como una simple preferencia sexual a la que no hay que valorar ni moral ni judicialmente.
- Los que valoran este tipo de prácticas teniendo en cuenta conceptos como son los de consentimiento entre adultos o daño producido a terceros.
Tipos de parafilias
Hoy en día, el manual diagnóstico y estadístico de desórdenes mentales (una especie de catálogo identificado con las siglas DSM-IV-TR) distingue ocho parafilias:
- El fetichismo
- El travestismo fetichista
- El voyeurismo
- El exhibicionismo
- El sadismo sexual
- El masoquismo sexual
- La paidofilia
- El frotteourismo o rozarse con una persona contra su voluntad
Junto a este tipo de parafilias también existen comportamientos menos frecuentes como pueden ser la escatología telefónica (consistente en excitarse al realizar llamadas obscenas), la necrofilia y la coprofilia.
Sin duda no hay que desdeñar la influencia de la cultura en la determinación de lo que es o no una parafilia. Cada cultura tiene sus propias prácticas sexuales consideradas como normales y aquéllas que son consideradas extrañas o “aberrantes”. Las preferencias sexuales (al igual que los cánones de belleza) cambian con el tiempo. Y la modernidad ha traído un mundo muy complejo en el que son muchos los factores que pueden influir en el comportamiento de las personas. Será siempre la sociedad la que coloque la frontera divisoria entre lo aceptable y lo inaceptable. Hasta no hace demasiados años, por ejemplo, la homosexualidad era considerada un trastorno psicológico. En la actualidad, nadie que no sea un troglodita consideraría la homosexualidad un trastorno de la psique.
Hombres y mujeres
Según los diferentes estudios realizados, las parafilias afectan más a los hombres que a las mujeres. Es mucho más fácil encontrar a un fetichista, a un voyeur o a un exhibicionista que a una mujer que necesite de dichas prácticas para satisfacer su sexualidad. Según muchos teóricos, esta mayor vulnerabilidad masculina a las parafilias puede deberse a la mayor dependencia masculina de las imágenes sexuales. El hombre, así, se excitaría por lo físico. La mujer, por su parte, se excitaría por la vía emocional. Por eso el hombre sería más tendente a asociar la excitación sexual y el placer con una serie de objetos o rituales de apariencia asexuada. Sólo en el caso del masoquismo sexual puede observarse un cierto equilibrio entre el número de hombres y el de mujeres que experimentan dicha parafilia.
Los diferentes estudios apuntan también a la infancia y a la pre-pubertad como épocas de la vida en las que empieza a formarse la personalidad parafílica. La aparición de la masturbación ayuda a que una determinada experiencia se convierta en estímulo sexual. El orgasmo sería, en este proceso, un fijador y reforzador psicológico de dicho estímulo como camino hacia el placer.
Llegados a la edad adulta, son pocas las personas con parafilia que intentan buscar un tratamiento que consiga modificar sus pautas de excitación sexual para desligarlas de esa exclusividad fijada por su parafilia para, así, poder ampliar el abanico de estímulos que puedan conducirlas al placer. Aún así, los expertos reconocen que la canalización de la pulsión sexual no es fácil de conseguir, sobre todo cuando la fijación de la parafilia es muy intensa.