La pasión por transfomarse
Que no los veas por la calle no quiere decir que no existan. Como las meigas, de haberlos, haylos. Y ellos tienen un vocablo con el que nombrarse. Unos se autodefinen como maskers. Otros, como dollers. Unos y otros tienen algunas características muy importantes en común. Una de ellas es que todos son hombres. Otra, que a ambos les gusta disfrazarse de mujer. La tercera característica común entre maskers y dollers sería que a ambos les gusta llevar una máscara de goma. Es decir: unos y otros experimentan la necesidad o el deseo de transformarse temporalmente en una mujer para, de ese modo, divertirse o, en algunos casos, experimentar un mayor placer sexual.
Quien no conoce las aficiones de maskers y dollers puede confundir este tipo de fetichismo con alguna forma extravagante de homosexualidad o de transexualismo. Nada más lejos de la realidad. Ni el maskers ni el doller se sienten mujeres atrapadas en cuerpo de hombre. En su transformación en hombres máscaras sólo pesa el deseo de divertirse y de liberarse de sus presiones. De hecho, son muchos los maskers que son padres de familia y son muchos los que no introducen sus máscaras en su vida sexual. ¿Qué hacen con ellas, pues? Algo tan sencillo como sacarse fotos, contemplarse en el espejo o pasearse por el hogar mientras se sienten mujer.
De alguna manera, lo que la máscara ofrece al maskers o al dollers es la posibilidad de hacer aquello que de ninguna manera se atrevería a realizar si no llevara la máscara puesta. El anonimato que conceden la máscara y el látex proporciona esa seguridad que, probablemente, le falte al maskers.
Compartiendo la pasión “doller”
Los maskers y los dollers pueden pasar horas y horas delante del espejo, maquillándose, enfundándose sus trajes de goma, convirtiéndose poco a poco en una mujer de rostro casi inexpresivo y facciones exageradas. Lo que el masker o el doller muestran, finalmente, es la imagen en la que predomina una femineidad exagerada. La imagen que persiguen maskers y dollers es la de una especie de muñeca hinchable. Para conseguir dicha imagen se utiliza todo tipo de rellenos, máscaras de látex y prótesis. Por fabricar, hasta se llegan a fabricar falsas vaginas especialmente diseñadas para que el hombre pueda acomodar sus testículos y orinar como lo hacen las mujeres. Brazos de pega y troncos falsos suelen ser habituales en la práctica doller. También las pestañas exageradamente grandes, los labios deslumbrantes y las uñas tremendamente largas.
Algunos dollers se transforman en la intimidad del hogar. Otros gustan de publicitar su imagen y de compartirla en canales, redes sociales y comunidades virtuales para, de ese modo, convertir cada día en un desenfrenado Martes de Carnaval. Entre las comunidades dollers más conocidas podemos encontrar DollsPride. En esta comunidad doller participan más de 10.000 usuarios que, gracias a dicha plataforma, pueden compartir con otros amantes de la máscara su imagen doller. El Rubber Doll Rendez Vouz, por su parte, es una convención anual en la que pueden reunirse todos los amantes de este tipo de fetichismo y otras prácticas BDSM que deseen y puedan desplazarse a Minneapolis. Ahí es donde cada año, y durante un fin de semana, se celebra ese encuentro de dollers y maskers.
Como hemos dicho, la gran mayoría de maskers y dollers lo son sólo por diversión, sin asociar el uso de todos esos complementos y prótesis a una clara práctica sexual. Para otros maskers y dollers, sin embargo, la máscara y el hecho de vestirse de mujer/muñeca es un verdadero objeto o acto fetiche y ese fetiche desempeña, dentro de su sexualidad, una función determinante a la hora de despertar su deseo. Para estos maskers y dollers de los que hablamos, la máscara, el látex y el disfraz es el camino más directo hacia la excitación sexual. En estos casos es habitual que el doller adquiera, al igual que las muñecas hinchables, un papel absolutamente pasivo en las relaciones sexuales. Es decir: en estas ocasiones, el doller suele comportarse como un ser sumiso, dispuesto para que otros puedan disfrutar.
Finalmente, deberíamos decir que entre el masker y el doller sólo existe una diferencia de matiz. Así como el masker intenta disfrazarse como una mujer, el doller intenta que esa mujer de la que se disfraza no sea una mujer cualquiera, sino que sea una muñeca.