La atracción por las gigantas
El tamaño importa, vaya que si importa. Al menos para los macrofílicos. ¿Que qué es un macrofílico? Un hombre que siente una atracción sexual irrefrenable por las mujeres enormes, grandes, gigantescas. El macrofílico encuentra su fetiche al contemplar los comportamientos de las gigantas. Es ahí donde encuentran su estímulo. Ahí y en, por ejemplo, imaginar que son aplastados o devorados vivos por estas mujeres mucho más grandes que ellos.
La macrofilia o giantess es un tipo de fetichismo muy extendido. Basta con echar un vistazo a internet. En Instagram, por ejemplo, se pueden encontrar más de 100.000 publicaciones dedicadas a la macrofilia. En Twitter son también incontables los ejemplos que podemos encontrar de contenidos giantess o macrofílicos. Según muchos expertos, la presencia cada vez mayor de este tipo de contenidos en la red es lo que hace que también sean cada vez más las personas que se sienten atraídas por este tipo de fetichismo.
La atracción por las mujeres grandes, muy grandes, no es nueva. Incluso en Charles Baudelaire, el gran poeta francés, podemos encontrar una referencia muy directa a este fetichismo en los versos del poema “La giganta”, incluido en su obra maestra, Las flores del mal. Podemos leer en ese poema:
“Me hubiera placido vivir cerca de una joven giganta,
Como a los pies de una reina un gato voluptuoso.
Me hubiera agradado ver su cuerpo florecer con su alma
Y crecer libremente en sus terribles juegos;
Adivinar si su corazón cobija una sombría llama
En las húmedas brumas que flotan en sus ojos;
Recorrer a mi gusto sus magníficas formas;
Arrastrarme en la pendiente de sus rodillas enormes (…),
Dormir despreocupadamente a la sombra de sus senos,
Como una plácida aldea al pie de las montañas”.
Sin duda, los versos de Baudelaire son macrofilia pura, un ejemplo perfecto de giantess. Cualquier persona que se reconozca en este fetichismo podrá reconocerse en los versos del poeta.
Pero no es la de Baudelaire la única referencia que podemos encontrar en el pasado a la macrofilia. El director estadounidense Nathan H. Juran, por ejemplo, dirigió en 1958 la película El ataque de la mujer de 50 pies. El argumento de esta película de ciencia ficción es similar de films de la época como El asombroso hombre creciente o El increíble hombre menguante. En esta ocasión, la protagonista del film es una mujer. Visitada por un extraterrestre, esta mujer aumenta su tamaño hasta convertirse en una giganta. Sin duda, los macrofílicos de manual encontrarán en esta creación cinematográfica una obra de culta para dar satisfacción a su fetichismo.
Tipos de macrofílicos
Entre los macrofílicos podemos encontrar muchos subtipos o subgéneros. En el imaginario de los macrofílicos, hay escenas que se repiten con una cierta constancia. Por ejemplo: muchos macrofílicos fantasean con la posibilidad de que una mujer, convertida en giganta bien por haber tomado una poción, bien como resultado de un experimento fallido, se pasea por la ciudad arrasándolo todo y aplastando todo lo que encuentra a su paso. Para realizar tal tarea de aplastamiento (crush), la mujer puede utilizar tanto sus exuberantes pechos (boobcrush), como su imponente trasero (butcrush) como también con sus enormes pies (feetcrush). En este último caso, además, la macrofilia se mezclaría, en cierta manera, con un fetichismo subyacente de adoración de los pies.
Otra de las fantasías más recurrentes en el universo de los macrofílicos es aquélla en la que las gigantas persiguen a las personas con un único fin: devorarlas. Esta fantasía, que recibe en los foros y los sitios dedicados a la macrofilia el nombre de Vore, puede resultar muy excitante para muchos macrofílicos.
Zambullirse en las webs y puntos de encuentro virtual de los macrofílicos es descubrir un mundo mucho más complejo y diverso que el que podríamos imaginar desde fuera. Por ejemplo: las gigantas, para los macrofílicos, no son todas iguales. Tampoco todos ellos se excitan con lo mismo. Los hay que necesitan fantasear con imágenes que, en cierto modo, guarden cierta relación con la realidad y los hay que, puestos a dejar volar esa imaginación, prefieren dejarla volar al máximo, alejándose así de todo contacto con la realidad y fantaseando con gigantas imposibles.
Los hay que sueñan con gigantas que se comportan como una madre o una niñera que derrochan calor y ternura y los hay que encuentran su motivo de excitación al imaginar cómo la giganta va creciendo poco a poco mientras su ropa se estrecha hasta romperse.
Tipos de gigantas
Los amantes la macrofilia tienen establecida una clasificación de las gigantas. De entre ellas, los tipos más comunes serían:
- Amazonas. Este tipo de gigantas tienen una altura que oscila entre los dos metros y medio y los cuatro metros.
- Mini Giantess. Las “mini” giantess tienen “sólo” una altura de entre cinco y siete metros.
- Gigantas Estándar. Las que tienen la altura de un edificio.
- Mega o Massive Giantess. Gigantas que tienen la estatura suficiente como para destrozar un edificio con sólo pisarlo.
Por encima de todos estos tipos de gigantas, los macrofílicos más dados al derroche imaginativo pueden llegar a excitarse imaginando los movimientos de una Giga Giantess, esto es, de una giganta que llega a superar el tamaño de un planeta. Sin duda, este tipo de macrofílicos encuentra material para satisfacer su desbordante imaginación en las creaciones llegadas de o realizadas en un país, Japón, al que podríamos considerar el país fetichista por excelencia.
Hay macrofílicos que intentan explicar su fetichismo argumentando que, imaginando o contemplando a la giganta, se sienten insignificantes. Y es esa sensación de insignificancia precisamente, o el pensar que puede ser aplastado por una mujer así o, cuanto menos, utilizado como un simple juguete sexual al que después se puede tirar, lo que hace que un macrofílico de este tipo se excite.