Infecciones y fisting anal
El fisting anal, como práctica extrema que es, puede ocasionar una serie de problemas. Por eso, cuando se va a practicar el fisting anal hay que estar preparados para afrontarlos y saber que, aunque la parte pasiva es la más expuesta a sufrirlos, también la parte activa está expuesta a padecerlos.
Para reducir las posibilidades de que esos problemas se produzcan, sería importante que, antes de practicar el fisting anal, la parte activa y la parte pasiva conozcan el estado de su sistema inmunológico y de su salud en general. Un caso de amebas, por ejemplo, es difícil de diagnosticar y exige un duro tratamiento para su cura.
Un error que suele cometerse al pensar en infecciones es focalizar los temores en el VIH. Hay otras enfermedades y virus más fáciles de transmitir. Por ejemplo, la hepatitis. O el HPV, el virus del papiloma humano. Este virus es el responsable de que en los genitales aparezca un incómodo y molesto sarpullido de verrugas genitales. Tocar la parte infectada del cuerpo de una persona puede bastar para contagiarse del HPV. Éste es un virus muy común que, en algunos casos, es considerado responsable directo del cáncer de cuello uterino.
Si vas a tener sexo oral o penetración del pene también debes preocuparte de la sífilis, la gonorrea, el herpes y el resto de infecciones de transmisión sexual.
Estar sano, usar protección y hacerse revisiones periódicas son actividades que deben formar parte de todo practicante del fisting anal. Cualquier alteración negativa en los resultados o la detección de cualquier problema debe ser materia de la que informar al socio. Ésa es la mejor manera de fomentar una intimidad y, por supuesto, una confianza que permita estrechar los lazos de la pareja y hacer más segura para ambos miembros de la misma la práctica compartida del sexo.
Sangre y fisting anal
Una práctica agresiva como el fisting anal siempre puede producir heridas y, por tanto, sangre. Si se recomienda habitualmente no introducir el puño más allá de la muñeca es precisamente para minimizar el riesgo de que pueda producirse una hemorragia más o menos grande. No llegar al intestino delgado es, en este aspecto, un buen consejo a seguir. Piensa en primer lugar que la pared del intestino delgado es mucho más fina que la del recto. En segundo, piensa en algo que es de cajón: cuanto más dentro de la persona se produzca la hemorragia o sangrado, más difícil será de detectar y, por tanto, más peligrosa y difícil de curar.
Una buena pista para conocer la marcha de vuestra práctica es atender al color de la lubricación empleada. Limpiar con una toalla blanca debe servir para observar de una manera sencilla y clara la coloración exacta del lubricante. Si es de color rosado, es que el sujeto pasivo del juego está perdiendo algo de sangre. Esa señal debe bastar para detener el juego y buscar otro pasatiempo menos intenso. Si el color del lubricante es rojo sangre, la persona activa debe sacar su puño del ano de la pasiva, aplicar un poco de hielo en la zona y comenzar un tiempo de cuidadosa vigilancia.
La vigilancia, en el caso descrito, deberá centrarse sobre el vientre en sí y sobre la temperatura corporal. Si se siente un dolor intenso, si aumenta la fiebre o si se siente como una especie de dureza en el vientre, hay que llamar a urgencias y desplazarse cuanto antes a la sala de urgencias de algún hospital.
Si observas una gran cantidad de sangre, qué duda cabe de que estás metido en un buen lío. Grande y peligroso. Muy peligroso. Aplica presión y realiza una llamada de ayuda para que el médico acuda allá donde os encontráis. Mientras ese tiempo pasa, no retires la mano de donde la hayas colocado para taponar la herida. La peritonitis tarda horas en desarrollarse, pero el desangrado es algo mucho más veloz.
El trato que se pueda recibir en un hospital no debe actuar en ningún momento de freno a la hora de acudir a ellos. Ese trato puede ser sarcástico o, directamente, crítico contigo y tu pareja. Que eso no te haga perder la perspectiva de lo que está sucediendo. Es necesario que un profesional de la medicina intervenga y los profesionales de la medicina se encuentran, precisamente, ahí. Plantéate la posibilidad de llamar a tu abogado. Puede ser que alguien piense que todo lo sucedido entre tú y tu pareja pueda ser debido a un caso de violencia doméstica. Hazles entender que era sexo, sólo sexo, pero que, desgraciadamente, salió mal. Y, por supuesto, apoya a tu pareja en todo momento y cuídala y mímala.
Seguridad y fisting anal
Para evitar llegar a ese punto lo mejor es practicar el fisting anal con el mayor de los cuidados. Hay que saber parar a tiempo aunque la pareja pida más. Los órganos son impredecibles. Es mejor pecar de prevenido que tener que lamentarse por haberse excedido. Por otro lado, el fisting anal está hechos para todas las personas. Quien te diga lo contrario te miente. Las propias características físicas de las personas pueden impedir que estos juegos puedan realizarse. Las caderas o los orificios se niegan a estirarse y punto.
Un último aspecto que se debería tener en cuenta es el de entender que ningún artículo puede mostrar exhaustivamente cómo realizar con seguridad fisting anal. Si no lo has hecho nunca y te llama la atención hacerlo, lo mejor que podemos aconsejarte es ver a personas experimentadas practicarlo, observar sus movimientos y prestar atención a las instrucciones que se dan y a los comentarios que se hacen. En el caso del fisting anal, la improvisación y el riesgo son palabras que pueden acarrear nefastas consecuencias.