Fetichismo de las bragas usadas
¿Te suena de algo Orange is the New Black? Ése es el título de una famosa serie televisiva estadounidense que fue estrenada en julio del 2013 y que está basada en una obra autobiográfica de Piper Kerman, una autora estadounidense que fue condenada a prisión por contrabando de drogas y lavado de dinero. En esa obra autobiográfica de la que hablamos (Orange Is the New Black: Crónica de mi año en una prisión federal de mujeres), Piper Kerman cuenta sus experiencias como interna de una prisión de mujeres. Entre esas experiencias, recogidas por la famosa serie televisiva (ha sido nominada a más de 10 Emmys, ha obtenido uno y va por cuatro temporadas de emisión), figura una muy especial y de muy marcado aliento fetichista: las prisioneras de la cárcel televisiva venden sus bragas usadas.
El fetichismo por la ropa interior usada (Used Panties Fetish) no es nuevo. De hecho, es difícil encontrar un fetichismo nuevo. Sólo aquéllos que tengan que ver con determinadas tecnologías puede ser entendidos como nuevos y, aún así, seguro que hincan sus raíces en alguna tradición más o menos antigua. Éste de la ropa interior usada, en concreto, puede considerarse un subtipo de fetichismo dentro de la misofilia, esto es, de la atracción por la ropa sucia y los olores corporales intensos.
El fetichista de las bragas usadas puede sentirse atraído por el aspecto visual, táctil u olfativo de la prenda o puede utilizarla, por ejemplo, para vestir a su muñeca hinchable o para vestirse él mismo. En este último caso el fetichismo de las bragas usadas confluye con un travestismo más o menos intenso. El fetichista de la ropa interior usada puede, también, encontrar el placer fetichista en el hecho de robar la prenda de la mujer
Si hay un país en el que el fetichismo de las bragas usadas ha encontrado especial arraigo ése es el Japón. En el país nipón, este tipo de fetichismo está tan extendido y, por tanto, aceptado, que incluso existen tiendas en las que pueden comprarse bragas usadas. Dichas tiendas se conocen como buruseras y en ellas son muchas las mujeres jóvenes que venden sus bragas usadas. Muchas de estas jóvenes son adolescentes que quieren obtener dinero de una manera fácil.
Las buruseras
Los fetichistas de la ropa interior usada japoneses pueden encontrar en las buruseras la prenda deseada. Ésta viene acompañada habitualmente de una fotografía de la chica que vende la prenda. En esa fotografía, la vendedora aparece con la braguita que vende puesta. Quien quiera adquirir una de esas braguitas usadas debe desembolsar una cantidad que oscila entre los 30 y 70 euros. La oscilación de precios no depende sólo de la calidad de la prenda (no pueden costar lo mismo unas sencillas bragas de algodón que unas, más elegantes, de encaje). Los precios de unas bragas usadas dependen también de otros factores. Las prendas con manchas menstruales, por ejemplo, tienen una cotización más alta que aquéllas que no las poseen. Estos precios, lógicamente, tienen poco que ver con la cotización que pueden tener unas bragas usadas de alguien como, por ejemplo, Madonna. La famosa cantante también ha sucumbido a la tentación de poner en subasta sus bragas. Lo hizo hace un par de años y puso varias prendas interiores suyas que había lucido junto Katy Perry en una portada de V Magazine y con un precio de partida de entre 750 y 3.000 euros.
En 2004, las autoridades japonesas intentaron poner freno a la actividad de las buruseras ilegalizando la venta de bragas usadas a los menores de edad. El remedio fue, en este caso, peor que la enfermedad. Las adolescentes que se habían acostumbrado a vender su ropa interior usada en las buruseras buscaron la manera de poder seguir disponiendo de esa fuente de ingresos. Para conseguirlo, se han multiplicado las páginas web que ponen en contacto directamente al comprador y a la vendedora. Gracias a esa conexión, la adolescente vendedora y el fetichista de las bragas usadas quedan en algún sitio para que la vendedora se quite las bragas delante del comprador y para que éste le entregue el dinero pactado.
Portal de ventas de bragas usadas
En los últimos tiempos, el fetichismo de la ropa interior usada ha experimentado una notable implantación. A ello ha ayudado, sin duda, la expansión de internet.
Conseguir una prenda interior usada ya no es ahora una tarea de riesgo como podía serlo años atrás. Ahora pueden conseguirse unas bragas usadas de una manera discreta, sencilla y segura. Basta encontrar el portal adecuado en y el que conseguir esas prendas tan ansiadas por los fetichistas de las bragas usadas. Estos portales de internet basan su funcionamiento en el método de venta inaugurado por las buruseras.
En España hay un portal, Secretpanties.com, que se ha convertido en el mayor portal de habla hispana de compra/venta de bragas usadas. Fundado por Katia Ehlert, este portal, fundado en enero de 2015, se ha hecho en sólo un año con más de 450 vendedoras anónimas y con más de 850 prendas en venta.
Secretpanties.com ha abierto toda una gama de posibilidades de gozo a los fetichistas de las bragas usadas. Éstos pueden encontrar coulotes usados, bragas usadas, tangas usados y cualquier tipo de ropa interior usada en Secretpanties.com. Para elegir la prenda deseada, el fetichista de la ropa interior usada podrá guiarse por las fotografías que publicitan la prenda. E estas fotografías, al igual que sucede en las buruseras japonesas, puede verse qué tal le queda la prenda a la vendedora. A las fotografías, además, las acompaña un texto en el que la vendedora acostumbra a explicar su relación con dicha prenda y el tiempo que la ha tenido puesta.
El sistema de funcionamiento del portal garantiza, gracias a un sistema de códigos de barras, el completo anonimato tanto del comprador como de la vendedora. La discreción del cargo bancario, además, ayuda a preservar una intimidad que, seguramente, no sería respetado por muchas personas.