De entre los muchos tipos y categorías de fetichismo de carácter corporal (cualquier parte del cuerpo humano es susceptible de convertirse, a ojos de un fetichista puro, en oscuro objeto del deseo), vamos a fijarnos en este post en tres partes del cuerpo bastantes habituales entre los gustos fetichistas: las uñas, el pelo y la nariz.
Fetichismo de las uñas
El fetichista de las uñas no se conforma con unas uñas cualquieras. Las que a él le gustan son largas, extremadamente largas, femeninas y, por regla habitual, pintadas. Para estos fetichistas, las uñas son la última representación de la fuerza y la feminidad. Que sean poco prácticas para las tareas cotidianas importa poco. El fetichista no se fija en esas menudencias terrenales.
Las uñas largas y rojas son las reinas del fetichista de las uñas. Pueden jugar una parte visual importante en la relación sexual. Ver los arañazos que en una espalda pueden causar unas uñas puede resultar excitante para muchas personas. Esos arañazos hablan de pasión y de sexo desbocado. Y el sexo desbocado es el bocado que nutre la imaginación del fetichista.
Fetichismo del pelo
Hay muchos tipos de fetichismos asociados al pelo. Hay fetichistas de la melena, de la media melena y de la cabeza afeitada. Hay fetichistas del vello corporal o del vello apuntando tras un tiempo sin depilar. Desde la mujer sin depilar, de coño peludo, a la mujer con la cabeza afeitada, son muy diferentes los objetos del deseo de los hombres que fijan su fetiche en algo (la posesión o la carencia, la abundancia o la escasez) relacionado con el pelo.
Hay revistas y webs especializadas en mostrar imágenes eróticas de mujeres velludas que muestran sus axilas, sus genitales o el vello espeso y duro de sus piernas. Hay hombres que enloquecen por mujeres así del mismo modo que hay mujeres a las que les gusta tener como amante al típico hombre al que acostumbramos a llamar oso, ese que tiene la espalda llena de pelos, y el pecho, y el abdomen, y las piernas. Un hombre lobo.
En el otro extremo del espectro de los gustos de los y las fetichistas del pelo están quienes encuentran tremendamente excitante la cabeza afeitada, limpia absolutamente de pelos. Para este tipo de fetichista, el ver a una mujer afeitarse la cabeza puede convertirse en la cumbre de un encuentro erótico. Esta cumbre, lógicamente, no puede cumplirse a menudo (al menos con una pareja estable), pues el pelo impone su ritmo de crecimiento.
Puede ser que tu pareja sea de este tipo de fetichista. ¿Estarías dispuesto o dispuesta a afeitarte la cabeza? Piensa que, probablemente, el fetichismo de tu pareja esté mucho más asociado al hecho del acto del afeitado en sí que de que sea la cabeza la que se muestre rapada. Si es así, afeita ante ella una parte de tu cuerpo (puede ser tu pubis). Eso, seguramente, la excitará.
Los fetichistas que, por el contrario, disfrutan del pelo largo, pueden gozar con la vista, el olfato o el tacto de una melena. Y pueden gustar de masturbarse mientras sostienen un peine o acarician un cabello. Si tu pareja es un fetichista de este tipo, bastará con que dejes que lave tu cabeza para hacerle feliz. Y para que se excite. Conociéndole como seguramente le conoces, ya sabrás lo que acarrea dicha excitación. Muy probablemente, placer para ambos.
La nariz como fetiche
Las grandes narices son el sello distintivo del fetiche Pinocho, llamado así por la afición de hacer crecer las narices de las mujeres bonitas como crece la nariz del Pinocho del cuento. Al contrario que sucede con el fetiche del oído, el fetiche Pinocho suele ser un fetiche sexual bastante explícito. Por eso es común (o al menos no demasiado extraño) ver fotografías, en el mundo del porno, que han sido manipuladas para que la nariz del o de la protagonista aparezca exuberante.
Las celebridades son candidatas perfectas para, fotográficamente, recibir esa manipulación digital que, una vez realizada, ofrezca al fetichista la visión de ese fetiche que le excita tanto. Esa nariz no tiene porqué ser aumentada de tamaño de manera exagerada. En ocasiones basta con que ofrezca una forma determinada para que cause su impacto en el fetichista.
Este fetiche te ofrece una ventaja si tienes la nariz grande, y es que por ti solo te bastarás para excitar al fetichista más exigente.
En los juegos de servidumbre en los que interviene la nariz suele tirarse de ella con una cuerda o, por ejemplo, se pueden poner ganchos en sus orificios. Esto último es algo que se repite de manera más o menos habitual en el cine porno que está llegando desde Japón, especialmente en el porno BDSM que se está comercializando y que nos llega a occidente.
Si tu fetiche es la nariz y te gustan los juegos de dominio y sumisión, consulta la bibliografía de bondage o shibari (especie de bondage japonés) que puedas encontrar para, gracias a ella, tomar alguna idea para tus juegos. Eso sí, ten presente siempre que en modo alguno debe jugarse con la nariz de manera que restrinjas la respiración, especialmente si el sumiso tiene alergias de algún tipo o un simple congestión nasal.