Equilibrio entre fantasía y realidad
Cualquier cambio en una relación requiere un período de adaptación, máxime si dicho cambio es debido a la introducción de nuevas fantasías sexuales en el seno de la misma. Para adaptarse a esos cambios, evitar los peligros y saborear los beneficios de un régimen de relación en el que domine lo femenino, hay que tener en cuenta diversos factores de los que iremos hablando a continuación.
Cambios en la personalidad y las posibles reacciones negativas
Aunque la mayoría de los cambios serán probablemente positivos, también puede suceder que esos cambios generen algún tipo de problemas en la relación de quienes, hasta ese momento, no estaban habituados al dominio femenino. Estos problemas, tampoco hay que dramatizar, no tienen porqué resultar irresolubles. Pueden surgir más bien por aspectos de carácter cultural y educacional que por la personalidad en sí de los miembros de la pareja. La cultura machista heredada pesa mucho y lastra cualquier posibilidad de cambio. Para la mayor parte de vosotros, no lo dudéis, los problemas que ocasione ese nuevo dominio de lo femenino serán fácilmente superables.
Que tú seas una nueva mujer es normal. Has aprendido a ejercer el mando y a reclamarlo cuando éste tiende a escapar de tus manos. Has ganado confianza. Has encontrado en ti un nuevo poder, una nueva fuerza; y estás dispuesta, claro, a ejercerla. Eso se reflejará en tus relaciones sociales. Y descolocará a tus amistades, que quizás no sepan cómo adaptarse a ese nuevo Tú que circula por ahí, sorprendiendo a todos con su nueva personalidad. No te extrañe si por ese motivo te sientes, en un principio, desplazada. La gente levanta sus murallas y sus sistemas de defensa. Pero tú eres fuerte. Y tu poder es grande. Tanto, que puedes dejar momentáneamente que otros te interrumpan. Puedes escuchar sus argumentos. Puedes oírles hablar de cómo has cambiado, de qué sorprendidos están. Si quieres, puedes decirle que tu nuevo poder es debido a una terapia que te ha dado el instrumental psicológico para vencer tus inseguridades. O que has sacado mucho provecho a tus lecturas de libros de autoayuda. Puedes decirles lo que quieras. Para eso tienes ese nuevo poder. Hasta puedes decir a unos cuantos amigos y amigas elegidos y elegidas que esa seguridad en ti misma te llega desde tus nuevas experiencias sexuales de dominación femenina. ¿Por qué no compartir con tu gente el secreto de esa nueva experiencia que te ha cambiado la personalidad y, con ello, la vida? Ese cambio debe formar parte de tu orgullo.
Pero no caigas en la autocomplacencia. No te excedas en tu confianza. No te conviertas en alguien que interrumpe constantemente a los otros, que desprecia sus ideas, que exige que sus compañeros y amigos le rindan pleitesía. No te pases. En casa puedes ser la Emperatriz de las órdenes que deben obedecerse. En el trabajo y con los amigos, mano izquierda y temple. Debes ser una balanza. Fiable y seria. Firme pero nunca avasalladora. Y leal. Se compite con pasión. Con los ojos fijos en la meta. Nunca se hace con golpes bajos. Nadie te lo perdonaría. Y si tu victoria es en justicia, sé cortés con los derrotados. La tiranía no es buena compañera de lo social. Y lo social es parte imprescindible y capital de tu vida. El propio trato con los demás hará que todos se vayan acostumbrando a esa nueva reina en la que te has convertido. El vértigo de tu nueva realidad debe ir perdiendo fuerza al tiempo que ganas confianza en ti misma.