Una práctica de fetichismo médico
El fetichismo médico siempre ha tenido un glamour especial. En cierto modo, no es necesario ser especialmente fetichista para practicar un juego de rol en que doctores, doctoras, pacientes, enfermeros y enfermeras se enzarzan en todo tipo de prácticas que pueden ir desde la simple y casi infantil revisión médica (¿cuántos niños no descubrieron las palpables diferencias físicas entre el hombre y la mujer jugando a médicos?) hasta prácticas más agresivas como pueden ser la puesta de inyecciones, la colocación de aparatosos vendajes, el uso de algún tipo de espéculo o la utilización de enemas, es decir, la introducción de un líquido por vía rectal.
El uso de enemas puede ser una práctica fronteriza que puede tener su protagonismo tanto en un juego de rol, como en una escena de fetichismo médico o en prácticas de dominación y sumisión o de carácter más marcadamente sadomasoquista.
Tipos de enemas
Podemos distinguir tres tipos de enemas:
- Enemas evacuantes. Estos enemas se utilizan con carácter médico y para que, de manera más o menos inmediata, pongan fin a la retención fecal. Gracias al uso de este tipo de enemas se pueden eliminar los fecalomas (tapones de heces) o poner fin al estreñimiento en un tiempo que puede rondar el cuarto de hora. Estos enemas se realizan con agua, emulsiones con aceite o glicerina, sustancias jabonosas y soluciones salinas e hipertónicas.
- Enemas de retención. Estos enemas, también de carácter médico, introducen dentro del cuerpo sustancias que se retienen en él durante un tiempo que oscila entre los 30 minutos y varias horas. Dichas sustancias pueden ser medicamentos o, más habitualmente, sustancias que sirvan para visualizar tramos del intestino por rayos X. Entre estas sustancias de contraste o radio opacas podemos encontrar por ejemplo, el sulfato de bario. Estos enemas suelen aplicarse tras haber aplicado un enema de retención y se hacen con el citado sulfato de bario, con antisépticos y con sustancias hidratantes y oleosas.
- Enemas clismafílicos. Estos enemas tienen una finalidad exclusivamente sexual y se utilizan para obtener un placer sexual. Al gusto por recibir enemas mientras se mantienen relaciones sexuales se le conoce con el nombre de clismafilia.
Los enemas no deben ser utilizados en casos de inflamación intestinal, colitis o apendicitis ni tampoco cuando exista peritonitis, traumatismo abdominal o cuando se ha padecido recientemente algún tipo de cirugía abdominal.
Antes de practicar un enema hay que adquirir una serie de conocimientos básicos. Hay que tener siempre presente que un enema mal administrado puede acarrear una serie de problemas que, en casos extremos, pueden llegar a causar un irreversible daño cerebral.
El enema puede ser utilizado como parte de un juego o como disciplina de humillación, castigo o de preparación para el juego anal.
Material para poner un enema
Para aplicar un enema debe disponerse del siguiente material:
- Bolsa que contiene el líquido que se utilizará para practicar el enema.
- Tubo que llevará el líquido desde la bolsa a la boquilla.
- Boquilla. Ésta es la parte que se introduce en el ano y que permite la entrada del líquido en el cuerpo. Esta boquilla debe ser convenientemente limpiada para eliminar de ella cualquier tipo de bacteria. Para ello, nada mejor que utilizar un jabón antibacterial.
- El líquido que vamos a utilizar para poner el enema. Habitualmente, este líquido será agua. Recomendamos no añadir al agua ningún tipo de aditivo que pueda causar daño en las delicadas paredes del recto.
- Guantes de látex.
- Lubricante con base al agua para lubricar la boquilla que va a ser introducida en el ano.
Posturas para un enema
Para poner el enema pueden escogerse diversas posturas que, en mayor o menor medida, facilitarán la imposición del mismo.
- Acostado sobre el lado izquierdo y con la rodilla derecha colocada cerca del pecho.
- El sumiso se coloca de rodillas e, inclinándose, coloca sus hombros sobre el suelo. Esta postura permite que el líquido del enema fluya con suavidad.
- Acostado de espaldas y con la cabeza recostada sobre una almohada.
- Acostado sobre el lado derecho. Aunque pueda parecer igual a la de acostado sobre el lado izquierdo, hay alguna notable diferencia. Ésta, al decir de los expertos, no es tan eficaz. De hecho, las enfermeras y enfermeros, al poner un enema, colocan al paciente tumbado sobre su lado izquierdo.
- Acostado boca abajo. El sumiso o sumisa acepta menor cantidad de líquido.
Hay una postura que nunca debe contemplarse a la hora de poner un enema: la de la suspensión invertida. Aplicar un enema a una persona que está suspendida cabeza abajo puede resultar peligroso.
Aplicación del enema
Una vez escogida la postura, hay que proceder a aplicar el enema. Para hacerlo, lo primero que hay que tener en cuenta es que las prisas son malas consejeras. La relajación es fundamental. Si el sumiso o sumisa está en tensión, la introducción de la boquilla será más dolorosa y difícil.
Para facilitarla habrá que recurrir a la lubricación del ano y la boquilla.
Los enemas, que deben ser colocados a una temperatura similar a la del cuerpo humano (unos 37º C, a una temperatura mayor puede causar dolor por quemadura y a una temperatura fría puede causar calambres), deben ser puestos sin utilizar ningún sistema de bombeo. El flujo natural de la bolsa es el que debe marcar el ritmo de entrada del líquido en el cuerpo de la sumisa o sumiso. Una vez introducida la boquilla en el ano, la bolsa del enema deberá colocarse a la misma altura o a una ligeramente superior a la de aquél. La bolsa podrá elevarse un poco más conforme el líquido de la misma se vaya vaciando. Mientras se produce este vaciado, el sumiso o sumisa deberá respirar de manera lenta y profunda por la boca para, así, reducir al mínimo las molestias causadas por el enema. Tras ponerlo y retirar la boquilla puede optarse por la colocación de un plug anal que ayude a mantener el líquido dentro del recto. Ese tiempo no suele superar, en la mayor parte de los casos, los 5 minutos. Si, pasado ese tiempo, se deseara expulsar el líquido introducido con el enema y éste no saliera, no debe realizarse ningún tipo de fuerza. Apretar es favorecer la aparición de hemorroides. Para evitarlo, lo mejor es buscar una postura que mueva el agua introducida y favorezca su expulsión. Buscar una postura fetal o tumbarse boca arriba o sobre el lado izquierdo pueden ser una buena opción a la hora de intentar evacuar.