Sexo anal extremo
El fisting anal, handballing o fist fucking anal es uno de los actos sexuales más extremos que una persona puede realizar. De hecho, para muchas personas es inimaginable que pueda ser realizado. Pero puede serlo. Debes pensar que el ano puede dilatarse mucho más de lo que podemos imaginarnos. Muchas personas de las que lo han practicado defienden, de hecho, la absoluta intimidad que se requiere y establece entre los dos miembros de la pareja para realizar algo así. Introducir mano y antebrazo en el ano de la pareja puede hacernos sentir su propio latido. Que la pareja lo introduzca dentro de nosotros puede hacerle sentir el nuestro. El contacto, que es muy sexual, puede volverse también muy espiritual. Los sentimientos de dominio y sumisión absolutos pueden enlazarse hasta generar un sentimiento de comunión profundamente marcado.
Todo esto no quiere decir, claro, que el fisting anal sea una cosa sencilla de realizar. Ni mucho menos lo es. Es más: puede resultar peligroso. Por eso la perfección técnica durante su realización es un requisito imprescindible. La preparación es fundamental. El fisting anal no puede realizarse por las bravas. No se desea la sangre. No se desea el dolor anal o rectal. Por eso hay que seguir al pie de la letra todos los consejos preventivos. Salirse de ellos provocaría la aparición indeseada de la sangre o el despertar del dolor anal o rectal.
El dolor debe ser una señal de alarma, el aviso que nos dice que algo no se está haciendo bien. El sumiso debe expresar ese dolor. Si lo guarda para sí, si no lo expresa, si se deja mecer por un placer masoquista del dolor, pueden producirse lesiones duraderas y muy dolorosas.
Los desgarros anales, causantes de hemorragias, la incontinencia fecal, las laceraciones en las mucosas o las fístulas son algunas de las lesiones que pueden producirse al practicar el fisting anal. El desgarro anal debe ser atendido de urgencia. Hay que pensar que el riesgo de infección en esa parte de la anatomía humana es muy elevado.
Exigencias del fisting anal
El fisting anal es una práctica que se encuentra al final de toda la escala de prácticas de sodomía. Como en toda práctica sexual, sea del tipo que sea, la justificación final es que la persona se sienta bien practicándolo. El fisting anal, en este aspecto, no es ninguna excepción. En el sexo anal en general y en el handballing en particular, este sentirse bien va asociado directamente a un proceder lento y sin prisas. Las prisas nunca son buenas en el sexo, pero en el caso del sexo anal pueden resultar verdaderamente catastróficas. La relajación del ano es fundamental. La dilatación, excitación y liberación de los grandes músculos que rodean la abertura anal exigen siempre un tratamiento casi ritual que en caso alguno debe ser apresurado.
Otra de las exigencias que el fisting anal plantea es el de la higiene. La mejor manera de reducir la posibilidad de que se produzca una infección es reducir la presencia de heces en el recto. Aunque las heces suelen acumularse en el colon descendente (es decir: en la parte baja del intestino), siempre es posible que existan algunos restos en el recto. Para eliminar dichos restos fecales puede optarse por la ducha anal (introducción de pequeñas cantidades de agua fría o templada por el ano con una pera), el enema (un procedimiento semejante al de la ducha anal pero en el que se usa mayor cantidad de agua y por el que se llega hasta el colon descendente). Cada uno de estos sistemas de limpieza del recto tiene sus propias ventajas y sus inconvenientes.
Otros consejos a tener en cuenta a la hora de practicar el fisting anal son los siguientes:
- Conviene que la mano que va a introducirse en el ano de la persona pasiva no lleve anillos ni pulseras. También conviene que esta mano no tenga las uñas largas.
- Los lubricantes a usar (porque es imprescindible usarlos, no deberíamos concebir ningún tipo de relación anal sin el uso de lubricantes) deben ser compuestos por agua y silicona.
Hay que usar guantes de látex. - Hay que buscar la postura más cómoda para la persona pasiva. Para ello puede ser muy útil el uso de almohadas y cojines.
- Evitar el uso de relajantes musculares que adormezcan la zona. La zona debe mantener toda su sensibilidad. Sólo manteniendo dicha sensibilidad podremos detectar la aparición de un dolor que nos sirva de indicador sobre algo que se esté realizando de manera inconveniente. Por este motivo no es conveniente el uso de estupefacientes o de sustancias sicotrópicas que alteren la percepción y el sentido de la conciencia.