Jugando con un fetiche imposible
Si tu fetiche se centra principalmente en una determinada imagen o dibujo, en algo que, más que hacerse, debe ser visto, no es complicado incluir a otra persona en dicha sesión de sexo fetichista.
Tampoco resulta complicado en exceso tomar el control del fetiche. Si estás ante el ordenador, controla la sesión desde el ratón. Si se trata de una película, el mando a distancia te dará ese poder controlador. Con un libro ilustrado, será tu mano la que decida cuándo cambiar de página y cuándo no.
También puedes, de mutuo acuerdo, tomar el control de tu amante. Ata sus manos para que no puedan darse placer cuando se exciten mirando las imágenes fetiche. Permite que tengan cierto control sobre las imágenes que se van viendo (eso les ayudará a incrementar su excitación) pero no sobre sus propios genitales. Si alguna vez has tenido la fantasía de ser un esclavo del sexo oral, éste es, quizás, el momento idóneo para cumplir dicha fantasía.
Sé ingenioso. Ayuda a tu pareja a encontrar más de lo que le gusta.
En ocasiones basta con hablar sobre el fetiche para entrar en calor. No hace falta hablar sucio. No tienes que comportarte como una estrella del porno que aúlle o gima de placer para calentar a tu pareja. Todo lo que necesitas hacer, seguramente, es describir en detalle un escenario en el que participe el fetiche. Eso, muy probablemente, bastará para poner a tu pareja a tono.
Consejos para el fetichista
Si eres fetichista, no tengas prisa. Tómate tu tiempo. Di a tu amante todo lo que se te ocurra en referencia a tu fetiche. No pienses en tu tono de voz ni te preocupe su sensualidad. Será el contenido de lo que cuentes lo que hará que tu pareja se encienda. Háblale de ese fetiche y cuéntale qué te excita de él. Sé lo más explícito posible. Que, a través de tus palabras, tu pareja pueda conocerte mejor y pueda utilizar esa información para, en el momento oportuno, proporcionarte, gracias a ella, el máximo placer.
No caigas en el error de centrar tu atención sólo en el fetiche o sólo en tu pareja. Divide tu atención, pero ten siempre presente que tu pareja está allí. No seas egoísta ni te pierdas centrándote en tu propio placer. Aquí importa el placer de los dos. Ya tendrás tiempo de estar solo. Evita que tu pareja tenga la sensación de tener que competir con el fetiche. Los celos respecto a él no deben aparecer más que lo justo, como un incentivo más del juego. Que no piense nunca que tiene que competir con él por tu atención. Recuerda en todo momento que, cuando se comparte, un fetiche es como un juguete sexual para dos.
Si estáis jugando con tu fetiche, ten presente en todo momento que tu pareja está haciendo esto por ti, para hacerte feliz y darte placer. Elógiala por eso. Dile qué caliente estás, qué bien te sientes. Y después, cuando todo haya terminado, dile qué cosas exactamente te hicieron rozar la gloria. Que se sienta importante. Y es que, en definitiva, lo es.