La atadura como dominación
El bondage, como práctica erótica, ofrece al sumiso comodidad e inquietud a partes iguales. La comodidad, extrañamente, deriva de la sensación física de compresión. Esta compresión proporciona a la Dómina una sensación de calma y paz. También de autoridad omnipotente. De tener al sumiso rendido a su merced. El sumiso, mientras tanto, siente coartada su libertad. Amputada. El no poder moverse libremente a su antojo hace que sea así.
Antes de practicar este tipo de juegos hay que tener en cuenta una serie de advertencias. La primera de ella, lógica, es la de no proceder nunca ni en caso alguno a suspender a nadie por el cuello o a colocarlo en alguna postura que haga que el peso de su cuerpo recaiga sobre él.
Tampoco nunca debe dejarse atado a un esclavo o sumiso. Y la liberación del mismo debe poder realizarse al instante. Para evitar sorpresas desagradables es importante, siempre que se vaya a realizar una atadura bondage, tener a mano unas tijeras médicas o unas simples tijeras que permitan cortar las ataduras siempre que sea necesario. Y tener en cuenta una cosa: que la utilización del safeword o la aparición de gestos de pánico en el rostro del sumiso implique, de inmediato, la liberación del sumiso.
Equipo standard de bondage
La elección de un equipo adecuado para practicar bondage es una decisión delicada. Puede suponer un gasto respetable. Antes de realizarlo, hay que tener en cuenta el uso que vamos a dar al equipo y cuál es la fantasía que queremos escenificar.
Las Dóminas que gustan de actuar como amazonas o diosas tienen un amplio abanico de herramientas de castigo a su disposición. Látigos o flagelos de cuero negro y de todo tipo se ofertan en cualquier sexshop mínimamente equipado. Hay otro tipo de fantasías, sin embargo, que demandan un tipo diferente de equipo. Así sucede con la niñera, la institutriz o la reina. Las cuerdas, las correas, los collares para perro, etc. son, en este caso, mucho más idóneas. Aunque hay diversos instrumentos que pueden servir para varias fantasías, no siempre y no todos se pueden utilizar en todas las fantasías. ¿Quién colocaría unas esposas a un bebé? Ni siquiera en el mundo de la fantasía erótica (en ése, seguramente, menos que en ningún otro) es posible concebir tal acción sin que se resienta la credibilidad de la escena. Para el bondage del bebé se necesita un material muy diferente. Quizás baste una correa mientras se aplica un enema o se cambia un pañal. Un sumiso que represente el papel de un estudiante adulto podría tener que ser amarrado de manos y pies para recibir un severo castigo.
Atadura bondage suave
Hay una práctica suave o light del bondage. En este tipo de práctica, pañuelos y corbatas pueden desempeñar un papel especial. Son estos elementos los que, preferiblemente, utilizan aquellas personas que se están acercando de puntillas al universo bondage. Estos instrumentos son instrumentos cómodos, sencillos y habituales en todas las casas. Quien más quien menos tiene una corbata colgada en el armario. Echar mano de ella para divertirse jugando en una cama con un cabezal de madera o latón con barrotes está al alcance, pues, de todo aquel que quiera divertirse jugando, de manera casi inocente, al bondage.
Esta técnica, sin embargo, presenta ciertas desventajas más allá de lo difícil que puede resultar a posteriori quitar las arrugas y las marcas de las dobleces o los nudos de las corbatas o de los pañuelos de seda que se hayan empleado en el juego. Dependiendo del tipo de tela utilizado, los nudos pueden deslizarse en su totalidad, arruinando así la escena, o, por el contrario, apretarse de manera inesperada, cortando la circulación del sumiso obligando así a detener la misma. La tarea de anudar puede ser una tarea lenta (máxime si no se tiene práctica en hacer los nudos idóneos para practicar el bondage) y el desenredar (que debería ser una tarea de rápida ejecución) puede complicarse más de lo deseado. Por otro lado, quizás no sea lo más excitante del mundo anudar los tobillos del sumiso con nuestra bufanda preferida.
Selección y uso de cuerdas bondage
La mejor cuerda para practicar el bondage es la cuerda de algodón. La de nylon, por ejemplo, tiende a resbalar. Eso puede causar heridas. Para evitarlo, se puede recurrir al viejo sistema de colocar un pañuelo entre la cuerda y la piel en aquella parte en las que ambos estén en contacto.
Para practicar el bondage será imprescindible dominar algunos nudos básicos. Y ese dominio (que debe darse tanto en el atado como en el desatado) sólo puede adquirirse con la práctica reiterada. Rapidez y habilidad son básicas para que la escena no quede empantanada en una acción chapucera por parte de la Dómina. Verla peleándose con las cuerdas puede resultar absolutamente antierótico. Por eso la Dómina debe hacer y deshacer nudos prácticamente con los ojos cerrados.
Manguitos, correas, cadenas y correas
Mientras se adquiere la práctica suficiente para dominar el arte de las cuerdas, pueden usarse cadenas o correas especialmente diseñadas para los juegos bondage. Las esposas de piel acolchada para rodear muñecas y tobillos son unos juguetes eróticos que no pueden faltar entre las propiedades indispensables de una Dómina.
Estos instrumentos (habitualmente de cuero negro) están disponibles en todos los sexshops, aunque puede suceder perfectamente que, por cuestiones de gusto personal, tanto el Ama como el sumiso prefieran, para poner en práctica sus juegos, servirse de correas para perros o gatos. De este tipo de amarre lo hay de todos los colores, anchos y longitudes. Algunos de estas correas y collares para perros y gatos son demasiado rígidos para ser cómodamente utilizados en carne humana. Otros, sin embargo, están ligeramente acolchados o están revestidos de algún tipo de gamuza. Todos, además, se quitan y ponen rápidamente y, con una sencilla modificación, pueden ser bloqueados. En resumen: que las correas para perros y gatos son instrumentos idóneos para jugar al bondage.
Las correas de cuero o de metal son, también, útiles para este tipo de juego. Se pueden fijar a un collar. O a unas abrazaderas de pezón. O a un dispositivo de castidad para hombres. O a los tres al mismo tiempo. Este dispositivo sirve especialmente para que la Dómina disfrute de su dominio sobre el sumiso de una manera especial. Al gozar éste de una cierta movilidad, el poder de la Dómina se muestra de una manera más clara, pues el sumiso puede aparecer, en la escena, reducido a un rol semejante al que podría desempeñar un perro. La humillación, así, es mayor.