Los pezones, zona erógena
La estimulación de los pezones merece, seguramente, una sección en sí misma. En el fondo, la estimulación de los pezones es algo más que una forma de coacción. También puede ser una fuente de placer. Hay mujeres que reconocen haber tenido un orgasmo a raíz de la estimulación de sus pezones. Los pezones son una parte de la anatomía tanto femenina como masculina sumamente sensible. Son muchas las terminaciones nerviosas que se agrupan o enlazan alrededor del pezón y la areola. Por eso los pezones atraen, en muchos casos, la atención de los amantes convencionales, que dedican (o deberían dedicar) una buena parte de los juegos preliminares de estimulación erótica a su estimulación.
Esta práctica, al mismo tiempo, participa de la naturaleza del bondage y de los juegos de dominio y sumisión. No en vano, para muchos hombres resulta vergonzante no sólo el hecho de sentir placer sexual al sentir estimulados sus pezones, sino que también se le aparece como tal el de llevar alguna prenda tan marcadamente femenina como puede ser un sujetador o un cubrepezones sobre su carne. Sin embargo, y pese a todos estos reparos (muy seguramente culturales), al hombre le resulta difícil renunciar a una práctica que le resulta sumamente estimulante.
Los pezones pueden ser estimuladas de muchas maneras. Pueden servir, para ello, las manos, pero también los dientes y algunos instrumentos del hogar. La forma más sencilla de estimular los pezones es servirse de los dedos. Con los dedos se puede amagar un toque, se puede pellizcar, se puede frotar, se puede retorcer, se puede aplastar. Se puede raspar, también, si nos servimos de las uñas. ¿Cómo renunciar al placer de llevar los labios y los dientes hacia ellos para mordisquearlos?
Otra forma muy apropiada para estimular los pezones consiste en utilizar un cubito de hielo. Se puede usar directamente sobre el pezón, envuelto en un pañuelo o, también, de manera indirecta, rozando con él los labios que, enfriados, actuarán posteriormente sobre el pezón. Este tipo de estimulación de los pezones (al igual que la estimulación digital o alguna otra a la que hagamos referencia) no tiene por qué estar reservada a las prácticas BDSM. También tiene su espacio en las prácticas sexuales más convencionales. En ellas también tiene cabida el uso de plumas o, por ejemplo, de aceite frío.
Pinzas y abrazaderas
Una forma de estimulación de los pezones directamente relacionada con las prácticas BDSM sería aquélla que se realiza con pinzas. Las pinzas de plástico, madera o metal pueden ser unos instrumentos idóneos para llevar a cabo esta tarea de estimulación del pezón. También los pasadores o las horquillas usadas para sujetar el pelo pueden servir para, en un momento dado y por muy breves espacios de tiempo, estimular el pezón.
Todos los catálogos de juguetes eróticos ofrecen una amplia gama de abrazaderas de pezón. La industria de juguete para adultos pone a disposición de Dóminas y esclavos una gran multitud de tamaños o tipos de abrazaderas: dentadas o suaves, unidas a cadenas o preparadas para que se cuelguen pesos de ellas, baratas o caras… En el fondo, todos los modelos persiguen un mismo objetivo: convertir el pezón en protagonista de una escena de dominio y sumisión.
Piercing en el pezón
Si en la escena se va a colocar un piercing en el pezón (al igual que si se coloca en el pene o en los testículos) hay que recurrir, siempre, a un verdadero profesional. Un piercing no puede colocarse de cualquier manera. Para empezar, los instrumentos deben estar absolutamente esterilizados. Si no es así, el riesgo de infección es grande.
Lo mismo sucede cuando se experimenta o juega con agujas para uso médico. La esterilización de los instrumentos con los que se juega (en este caso las agujas hipodérmicas) es absolutamente fundamental y la mano de obra cualificada se vuelve imprescindible cuando se juega a algo que puede suponer el pinchar, aunque sea superficialmente, la carne del sumiso.