La teta: material sensible
El juego con agujas es uno de los juegos más apreciados y valorados en el universo del sado. La penetración de la carne está cargada de un simbolismo muy sexual. Visualmente muy impactante, todo juego con agujas debe realizarse extremando las medidas de precaución. La práctica con agujas sólo puede realizarse si existe una correcta formación tanto a nivel teórico como a nivel práctico. Adquirir una formación adecuada, sobre todo a nivel práctico, es fundamental para realizar esta práctica de una manera segura.
¿Cómo adquirir la correcta formación práctica? La formación necesaria para jugar con agujas en el BDSM puede adquirirse en talleres que, de manera muy ocasional, se van organizando en diferentes poblaciones o recurriendo y contando con la ayuda de personas que, con la experiencia necesaria, puedan servir de guía en la realización de estas prácticas.
En el juego con agujas como método de tortura en las prácticas sado hay que tener en cuenta que siempre existe un riesgo de transmisión de infecciones y enfermedades. Protegerse es, pues, imprescindible cuando se va a jugar con agujas. El PVC, el nitrilo o el látex son buenos materiales para unos guantes con los que vayan a manipularse las agujas.
Higiene y seguridad
Antes de clavar las agujas en las tetas de las agujas hay que desinfectar convenientemente la zona en la que las agujas van a pincharse. Las agujas que se utilicen en este juego deben estar esterilizadas y servir para un solo uso. Que no entren en contacto con nada que no sea la teta de la torturada es de suma importancia para que la aguja no pueda infectarse con algún virus o bacteria. Para ello, es importante, también, coger la aguja sólo por su parte plástica.
Hay gente que, al clavar una aguja en la teta y, por ejemplo, atravesar el pezón, colocan un corcho, una goma o algún otro tipo de elemento parecido para evitar algún pinchazo indeseado. Esta manera de actuar no es, en modo alguno, recomendable. ¿Qué crees que puede suceder al retirar la aguja? Que pequeños fragmentos de ese corcho o goma acaben en el interior de la teta o que algún pequeño virus o bacteria se transfiera a esa parte tan delicada de la anatomía femenina.
Si deseamos clavar agujas en las tetas debemos hacerlo de una manera: clavando la aguja justo a través de la capa de grasa inmediatamente ubicada bajo la piel. Esta aguja debe entrar y salir de la teta. Clavar de otro modo puede resultar peligroso. Cuando se tortura la teta clavando agujas hay que evitar hacerlo de manera perpendicular. Una aguja clavada hacia dentro puede causar un gran daño (aparte de un gran dolor) en una teta.
Agujas en los pezones
Los pezones son más sensibles que el resto de la teta. Y también son más conflictivos, a la hora de clavar agujas, que el resto de los senos. En el pezón confluyen los conductos galactóforos encargados de llevar la leche materna desde los lóbulos mamarios hasta el pezón. Una perforación con aguja que dañase uno de estos conductos podría causar una cicatriz que bloqueara el conducto galactóforo dañado. Toda aquella mujer que, en un momento de su vida, se plantee ser lactante debería tener en cuenta los daños causados por esta práctica. Las cicatrices podrían no sólo impedir la correcta afluencia de leche al pezón; también podrían ser causantes directas de muchas molestias y dolores a la mujer lactante.
En el pezón se origina, también, una afluencia especial de riego sanguíneo. Eso no quiere decir que la perforación del pezón sea responsable de un sangrado especial. Es más: el pezón apenas sangra cuando es perforado.
Una vez perforado, las opciones que se le presentan a quien manipula la aguja son muchas. Juguetear con estas agujas puede ser una manera extremadamente efectiva de estimular los pezones y de proporcionarles un número de sensaciones tan especiales como numerosas.
Una aguja clavada en un pezón es una tentación para un amante de los juegos sado. De ellas puedes tirar estirando, así, el pezón. De ella puedes colgar algún tipo de peso. No hace falta decir que ni la fuerza que se emplee para tirar de la aguja ni el peso que se cuelgue de ella puede ser demasiado grande. Rasgar la carne resulta extremadamente doloroso para quien padece el desgarro.