La liberación del sumiso o sumisa forman parte de los juegos de Dominación/sumisión propios del universo BDSM. Es más, posiblemente sin esa liberación este tipo de prácticas perderían buena parte de su razón de ser.

No importa que durante los juegos D/s el sumiso vierta sus lágrimas. Que lo haga no quiere decir que lo que está sucediendo no sea grato o beneficioso para él. Durante la Dominación/sumisión, la parte dominada acostumbra a aliviar tensionas de su vida diaria. O, dicho de otro modo: se libera de esas tensiones.

La influencia derivada de nuestra cultura o de la educación recibida hace que muchos hombres repriman su llanto o eviten el llorar… salvo en el contexto del juego.

Otras personas, por su parte, necesitan manifestar dentro de dicho juego otro tipo de emociones tabú. Entre ellas figurarían, por ejemplo, el miedo, la ira, la rebeldía, el arrepentimiento o el desamparo.

El perdón y consuelo que el Ama ofrece tras el castigo alivian esas tensiones psicológicas que, en la vida cotidiana, pueden angustiar a la parte sumisa.

Liberación del sumiso en el BDSM

Los hombres sumisos, en especial aquellos que ocupan puestos de responsabilidad en su vida laboral, se toman, gracias a este juego, un respiro psicológico en esa tensión constante de toma de decisiones en la que viven.

Los hombres con estas características ejercen profesionaes o trabajan en entornos muy exigentes hacia ellos. En muchos casos, se les exige liderazgo y, con ello, la toma de decisiones muy importantes.

El BDSM les ofrece algo que para ellos supone un gran alivio. Ese algo es que, dentro de los mecanismos del juego D/s, ellos no tienen que tomar decisión alguna, pues se les dice exactamente qué es lo que tienen que hacer y cómo tienen que hacerlo. Al obedecer, evitan la pena y el sentimiento frustrante del error.

Una sesión de disciplina escolar, por ejemplo, puede ser dolorosa, pero también es seguro que tiene para la parte dominada un final feliz. En la vida real es muy difícil obtener tanta satisfacción.

Los dominados de estas características se suelen entregar con pasión a estas prácticas y, refugiándose durante el juego en lo más profundo del BDSM, encuentran el dolor, la humillación y la sumisión que les permite durante un rato dejar de lado sus responsabilidades para encontrar, a los pies de su Domina, un rincón de libertad.

Este tipo de amantes del BDSM disfrutan con prácticas tan diversas como la privación sensorial, la jaula de castigo u otras prácticas que impliquen un castigo largo e intenso pero siempre dentro de las normas que se hayan pactado en el contrato y siempre respetando los límites establecidos de antemano y simbolizados y expresados, en momentos extremos, por la safeword o palabra de seguridad.

Reacciones psicológicas en el BDSM

En el apartado anterior ya se apunta que la práctica bedesemera lleva implícita una serie de reacciones psicológicas. Hay estudios al respecto y psicólogos/investigadores que establecen comparaciones entre lo que experimenta un sumiso en una sesión sadomaso y lo que experimenta un corredor de larga distancia. Tanto uno como otro se sienten invadidos por una sensación de euforia y notan cómo su tolerancia al dolor aumenta.

Hay estudios también que demuestran cómo los niveles de cortisol se incrementan en los sumisos y se reducen en las Amas, Dominas o Dominatrices durante la actividad BDSM. La producción de esta hormona está asociada tradicionalmente al estrés. ¿Significa eso que el sumiso padece estrés durante la práctica? No exactamente, pues la inmensa mayoría de ellos asegura que durante la práctica su estrés psicológico desciende. Es decir: que podríamos hablar de una disociación entre lo que el cuerpo experimenta y lo que el individuo siente.

Hablar de esa disociación implica hablar de una especie de subespacio, un estado alterado de la conciencia en el que, probablemente a causa de una “deficiencia temporal de la función ejecutiva del cerebro”, el individuo siente (y así lo han explicado médicos que lo han estudiado) “la sensación de flotar, una gran paz y una percepción distorsionada del tiempo”.

Disfraces y juegos D/s

Otro atractivo más que el sumiso puede encontrar en la práctica FemDom, además de la liberación psicológica que implica para él y a esa sensación de flotar que experimenta al vivir el subespacio, es la posibilidad de usar diferentes prendas de vestir que sean radicalmente distintas a las utilizadas a diario por él.

Para un hombre sumiso, romper con la rutina estandarizada del traje y la corbata y vestirse de camarera o de niño puede resultar un soplo de frescura y libertad.

Muchos hombres sumisos disfrutan al vestirse de mujer. Esa elección de un disfraz para un juego de rol BDSM supone la ruptura definitiva con las normas sociales de virilidad. Más allá de la vergüenza que pueda sentirse impera un erotismo que vence todos los obstáculos.

La ropa de mujer, con sus suaves texturas, sus hermosos colores y su delicada fabricación, está especialmente diseñada para ser sensual. Además, para el hombre tiene el atractivo de ser totalmente tabú. Un hombre vestido de mujer está, en lo social, mucho más allá de los límites de lo aceptable. Por eso cuando se viste de mujer ejerce un mayor libertad.

Por otro lado, la ropa femenina está, lógicamente, asociada a la mujer y, con ello, a sus misterios y al gozo sexual que pueden ofrecer a un hombre. Entre los estereotipos existentes entre los hombres hay uno que no ha dejado de existir: el de pensar que la vida de la mujer es más sencilla. Muchos hombres lo creen, erróneamente, pero ése es otro motivo más para buscar un escape psicológico a su realidad vistiéndose de mujer.