El fetichismo es un tema que ha sido estigmatizado y malentendido durante mucho tiempo, pero en realidad es una práctica sexual bastante común entre las personas. Se define como la excitación que, en lugar de ser producida por una interacción sexual convencional, lo es por la contemplación o tocamiento de determinados objetos inanimados o partes del cuerpo muy concretas y no necesariamente pertenecientes al aparato genital.

Basta asomarse mínimamente a este universo para constatar cómo la diversidad del fetichismo sexual va mucho más allá de esta definición básica, ya que existen una amplia gama de manifestaciones y prácticas fetichistas que pueden variar significativamente de una persona a otra. Después de todo, quizás sea cierto eso que se dice popularmente de que hay tantos fetichismos como fetichistas.

Lo que pretendemos con este artículo son varias cosas. La primera de ellas es dejar constancia, aunque sea mínimamente, de las teorías que han surgido a lo largo de la historia para explicar los orígenes del fetichismo.

La segunda consiste en realizar una breve relación de los fetichismos más comunes.

Finalmente, nuestro tercer objetivo al publicar este post es el de intentar arrojar paletadas de luz sobre esas sombras en las que se envuelve este fenómeno.

Los consejos, ideas y apuntes que damos en este artículo tienen la pretensión de ser de interés no sólo para el fetichista, sino también para sus amantes, para los curiosos, para todos los que buscan respuestas o tienen inquietud sobre estos temas. También para los que quieren aprovechar al máximo un fetiche, sacarle un rendimiento o encontrar el camino para, gracias a él, gozar mucho más cuando se sumergen en el universo ya de por sí gozoso del sexo.

Dicho esto, vamos a adentrarnos en el fascinante y variopinto mundo del fetichismo.

Teorías sobre el origen del fetichismo

A lo largo de la historia, el fetichismo ha sido objeto de estudio y debate en diferentes disciplinas, como la psicología y la sociología, con el objetivo de comprender sus orígenes y motivaciones.

Desde el punto de vista psicológico, se le ha relacionado con la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, quien lo consideraba como una desviación sexual causada por traumas infantiles o conflictos psicológicos. Según Freud, el fetichismo se desarrolla en la infancia como una forma de compensar la ansiedad o el miedo, creando una asociación sexual con un objeto o parte del cuerpo para reducir la angustia.

Por otro lado, desde la sociología se ha propuesto que puede ser entendido como una manifestación de las normas y valores culturales de una sociedad. Según esta perspectiva, este fenómeno se desarrolla a través de la socialización y la construcción de identidades sexuales, donde ciertos objetos o partes del cuerpo se convierten en símbolos de deseo y poder en función de las normas sociales dominantes.

El fetichismo sexual no es una desviación

Más allá de teorizar sobre cuál es el origen de este fenómeno, lo que hay que tener siempre presente es que el introducir fetiches en las relaciones sexuales o en la forma de vivir la sexualidad no es necesariamente una patología o una desviación sexual, sino simplemente una preferencia sexual que puede formar parte de la naturaleza de una persona.

El fetichismo es una forma de sexualidad alternativa que ha sido históricamente malinterpretada y estigmatizada en nuestra sociedad. A menudo se asocia con prácticas extremas y consideradas como “perversas” o “anormales”, lo que ha llevado a la perpetuación de prejuicios y estereotipos negativos sobre las personas que lo practican.

La falta de información y educación sexual adecuada ha contribuido a la creación de mitos y creencias erróneas en torno al fetichismo. Muchas personas aún creen que quienes lo practican son enfermos mentales, pervertidos o desviados sexuales, lo cual es completamente falso.

Es fundamental desterrar estos prejuicios y comenzar a hablar abiertamente sobre el tema, promoviendo la aceptación y la diversidad en el ámbito de la sexualidad. Las prácticas fetichistas son una expresión más de la diversidad humana y no deberían ser motivo de discriminación o exclusión.

Al fin y al cabo, los seres humanos estamos hechos para disfrutar del sexo y estamos diseñados para compartirlo. El mundo de la sexualidad es mucho más que hacer un bebé, consolidar una relación o buscar una liberación rápida de nuestras tensiones cotidianas con cuatro gestos repetidos que acaban en una eyaculación o en un orgasmo más menos ritualizado.

Es importante también recordar que el consentimiento y el respeto mutuo son fundamentales en cualquier práctica sexual, incluidas las fetichistas. Las personas que las practican deben poder hacerlo libremente, sin sentirse juzgadas o avergonzadas por sus preferencias.

Fetichismos sexuales más comunes

El fetichismo sexual es una práctica que ha existido desde tiempos inmemoriales y que ha sido objeto de curiosidad y controversia en la sociedad. A pesar de esto, existen ciertos fetichismos sexuales que son considerados como comunes y ampliamente aceptados en la actualidad.

Uno de los más extendidos es el que se basa en la atracción por los pies. Esta práctica consiste en encontrar placer sexual en los pies de una persona, ya sea mediante el olor, la forma o el tacto. Aunque pueda resultar extraño para algunas personas, el fetichismo por los pies es bastante común y no representa ningún peligro para la salud.

Otro de los fetichismos más aceptados en la sociedad es el que se fundamenta en la atracción por la lencería. Muchas personas encuentran excitante el uso de prendas íntimas como medias, ligas o corsés, ya sea en ellos mismos o en su pareja. La lencería se ha convertido en un elemento fundamental en la vida sexual de muchas parejas y es considerada como una práctica fetichista bastante normal.

El fetichismo por el cuero también es una práctica bastante extendida y aceptada en la sociedad. El uso de prendas de cuero, como faldas, pantalones o chaquetas, puede resultar muy excitante para algunas personas y forma parte de sus fantasías sexuales.

Otra de las formas más comunes de fetichismo sexual es la atracción hacia los zapatos de tacón alto.

Otros fetiches comunes incluyen la atracción hacia ciertas partes del cuerpo, como los pies, las manos o el pelo, o hacia objetos específicos, como juguetes sexuales o ciertos materiales como el plástico o el caucho.

Además de los fetiches más comunes, también existen prácticas fetichistas más inusuales y menos conocidas que pueden resultar sorprendentes para muchas personas. Estas pueden incluir fetiches relacionados con el control y la dominación, como el bondage o el sadomasoquismo, o fetiches relacionados con la ingestión de alimentos, como el sploshing (jugar con alimentos) o el feederismo (atracción hacia personas con sobrepeso).

BDSM, Fetichismo y fetiches

Para algunas personas, la palabra “fetiche” es un sinónimo de BDSM. Esa visión es sumamente restrictiva. El fetiche va mucho más allá y su abanico de posibilidades es muy amplio. Por eso las concepciones que se tienen de los fetiches son muy variadas.

Se puede pensar que un fetiche es algo divertido, alocado, enfermizo, indignante, fascinante, extraño, interesante, por supuesto caliente… En cualquier caso, el fetiche puede tener que ver con el BDSM, pero no tiene que ser así obligatoriamente.

Quizás el pensar en un tipo determinado de ropa (trajes brillantes, vestidos góticos de goma o cuero, corsés ajustados con botas de tacón, hebillas brillantes…) hace que imaginemos a una dominatrix tipo Catwoman. Pero hay que tener claro que adorar los pies de una mujer es una cosa y anhelar su dominio sobre nosotros es otra. Son juegos sexuales distintos.

Hay que quitar misterio a la palabra fetiche. Ya está bien de cargar a cuestas con el estereotipo del misionero como postura normal para hacer el amor. Hay un mundo de placeres carnales más allá de eso. Después de todo, cada cual tiene, en cierto modo, su propio fetiche sexual. ¿Por qué hay quien habla de lo caliente que le ponen las rubias? ¿O por qué a una mujer le pueden gustar los hombres con gafas? ¿No es una especie de fetichismo sacralizar como el súmmum del placer el sexo anal? ¿Por qué hay hombres que sueñan con correrse en la cara de su pareja? ¿Seguro que no hay algo de origen fetichista detrás de esos anhelos?

El fetichismo está ahí, arraigado en nuestros sueños, y lo que no vamos a hacer es desecharlo, de buenas a primeras y sólo guiándonos por la cultura heredada, por considerarlo impuro o porque esté mal visto. Vamos a conocerlo y luego ya veremos.