La sociedad tiende a estigmatizar determinadas prácticas sexuales. Lo ha hecho siempre. Hasta no hace demasiado, por ejemplo, algo tan normal y extendido como la masturbación era entendida como algo abyecto o, cuanto menos, degradante. En los colegios religiosos se clamaba contra ella y se la hacía responsable de futuras cegueras e incapacidades. Por suerte esa visión tenebrosa del onanismo ha pasado a la historia. Pero hay estigmas que perduran enraizados en la sociedad. El que pesa sobre el fetichismo es sólo uno de ellos. En este post vamos a hablar sobre la estigmatización del fetichismo y vamos a aportar información sobre él para aportar nuestro granito de arena en la lucha contra ese estigma.

Para luchar contra cualquier estigma el mejor armamento a emplear es el de la información. En demasiadas ocasiones a lo largo de la historia se ha condenado a algo o a alguien por puro desconocimiento de lo que en verdad se condenaba. En muchas otras, también, autoridades bien informadas se han servido de la ignorancia general para imponer esas condenas.

Así, para luchar contra los estigmas que pesan sobre él es fundamental saber qué es el fetichismo.

¿Qué es el fetichismo?

En cualquier definición de fetichismo que se busque aparece una palabra: parafilia. Como parafilia se entiende todo comportamiento sexual entendido como atípico. Como parafilias son entendidos el voyeurismo, el sadomaso, el exhibicionismo, las prácticas BDSM… y también el fetichismo.

Éste sería entendido como la excitación sexual a través de un objeto inanimado o de un parte del cuerpo humano que no guarde relación directa con el sexo (excitarse al contemplar un pene o una vagina no se entendería, pues, como tal).

No a todas las personas fetichistas les excita lo mismo. Los fetiches pueden ser muy variados. Bajo el paraguas global del fetichismo, pues, podemos encontrar muchos tipos. Los más comunes son los siguientes:

Definido el fetichismo y aclarado que son muchos y muy variados los tipos que podemos encontrar, vamos a analizar de qué forma han sido estigmatizados a lo largo de la historia y de qué forma ha afectado dicha estigmatización a las personas que, en mayor o menor grado, de una forma u otra, han sido fetichistas.

La estigmatización del fetichismo

Como hemos indicado al inicio de este post, el fetichismo ha sido socialmente estigmatizado. Son muchos los prejucios que se tienen contra él y, por desgracia, la mayor parte de las culturas del mundo siguen estigmatizándolo. Se le ha calificado de cosa vergonzosa, incluso se ha dicho que entraña peligros.

Por ese motivo las personas interesadas en el sexo con fetiches suelen guardan silencio sobre sus anhelos. Desvelar dichos anhelos colocaría a esas personas en una mala posición social. Para mucha gente, esta forma de disfrutar de la sexualidad se encuentra situada en la frontera salvaje de la misma.

Son muchos los medios de comunicación que, aún hoy, mantienen un punto de vista deformado e intolerante sobre el fetichismo. Se empeñan en colocar a los fetichistas a la misma altura que los fenómenos de circo o, prácticamente, de los criminales más aberrantes.

Sin duda se ha recurrido al sensacionalismo cuando se trata del sexo con fetiches cuando lo que se ha pretendido ha sido vender páginas de revista, episodios de televisión, artículos o incluso bebidas alcohólicas.

Como sucede en muchas ocasiones con la información proporcionada por los medios de comunicación, no existe un esfuerzo de comprensión detrás de la información que se ofrece sobre esta forma de entender la sexualidad.

No cabe duda de que es más sencillo para un redactor reiterar estereotipos que indagar en busca de la verdad por territorios desconocidos para ese él.

Dichos redactores, antes de escribir una línea sobre el influjo de los fetiches en la sexualidad, deberían preguntarse, por ejemplo, ¿por qué existe ese gusto generalizado entre muchas personas por los pechos grandes? ¿Y la buena propaganda que acompaña, se quiera o no, a una polla de buen tamaño? ¿Por qué hay mujeres que se excitan con pechos peludos de hombres? ¿Todos esos sentimientos y atracciones son obligatorios?

Todo lo que se habla de manera sensacionalista sobre el fetichismo puede ser muy divertido de ver, pero acostumbra a pasar que tiene muy poco que ver con lo que es en realidad.

Y es que si algo que debe quedarnos meridianamente claro es lo siguiente: nadie es necesariamente enfermo por disfrutar de una sexualidad en la que el fetiche tiene mucha importancia. La inmensa mayoría de los fetichistas sólo se están divirtiendo haciendo participar a ese fetiche determinado en sus sesiones de sexo. Con él se ponen más calientes y disfrutan más. ¿Es eso negativo?.

Otra cosa sería que esa persona sólo pudiera funcionar sexualmente a partir de la mediación del fetiche. En ese caso sí que podríamos empezar a hablar de algo preocupante. Pero hasta llegar a ese punto hay muchas maneras de disfrutar de un fetiche en particular y de enriquecer la práctica sexual y hacerla más gozosa gracias a su intervención. Y todo lo que sea enriquecer el gozo sexual e intensificarlo de una manera inocua debe ser aplaudido. Nosotros, al menos, lo aplaudimos.